PRIMER OSCAR BRASILEÑO |
PATRIMONIOS CULTURALES // CINE Y ARTES ESCÉNICAS // Publicado el 06 de marzo de 2025 // 18.15 horas, en Bogotá D.C.
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Brasil ganó su primer Oscar en coincidencia con el inicio del carnaval de Río, concluido el martes anterior y el más famoso como multitudinario, quizá además el de mayor reconocimiento en el mundo. Llega tarde este premio para Brasil, es la edición 97 de entrega de la estatuilla, pero esa tardanza es una anécdota que poco importa porque un Oscar es igual a un premio mayor en cualquier esfera, si se alcanza con merecimiento, tal como lo es el Nobel, galardón del cual el aludido país sudamericano hasta ahora sigue siendo huérfano. Lo cierto es que con este premio se roza con las ligas mayores en este tipo de alturas, que ya ganaron Argentina, Chile y México. Este último país hispano es el que mayor número de estatuillas guarda, entre sus pares de habla castellana. El país azteca acumula nada menos que 16 premios de tal envergadura. De alguna manera y ya que se hace referencia a México, la gran derrotada de esta gala fue la realización del controvertido y controversial director Jacques Audiard sobre la mafia mexicana, atravesada por la cultura transgénero, como parte de la corriente woke ahora en reflujo, pero aún fuerte.
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La gran triunfadora de la noche fue “Anora”, que ganó el premio a Mejor película seguida de los oscares a mejor dirección, Sean Baker, y mejor actriz principal, para Miky Madison. En total se llevó 5 estatuillas y dejó atrás cualquier opción de primer rango para otra candidata fuerte, como lo fue “Emilia Perez”, con berrinche incluido por parte del director desahuciado y expectante. Esto último quizá debido a la cantidad de nominaciones que tuvo esta otra película en la previa y por los otros premios que ganó en las galas anteriores a lo ocurrido en California, el domingo pasado. La obra del realizador francés había ganado en el Bafta, el Globo de oro y el Sindicato de actores. Todos entre enero y febrero del año en curso. En Londres se había alzado con el galardón a la mejor cinta en habla no inglesa. La realización de Audiard alcanzó 13 nominaciones al Oscar, la mayor cantidad de apuestas para recoger los mayores reconocimientos. Pero no fue así, tal como sucede con frecuencia en esta gala máxima con máximas aspiraciones de parte de directores y actores.
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La trama de la galardonada más relevante se considera sorprendente y con aporte de frescura para lo que es tradicional en el lenguaje cinematográfico. Esto dicho por críticos europeos. Trata además de un tema que, de lo personal e íntimo, alcanza gran actualidad: los personajes representados son de ascendencia rusa, pero con vida personal y enraizamiento en Estados Unidos. Se trata del romance entre Ani (Miky Madison) y Vanya Zakharov (Elliot Page), a partir de una relación en la que ella, de apellido Mikheeva en la ficción, actúa como stripper en la zona rusa de New York, Brighton Beach. En paralelo, Vanya lleva una vida disipada en el país de residencia, adonde llegó con intención de realizar estudios superiores. Es hijo de un oligarca ruso y en los devaneos de pareja alcanza a proponerle matrimonio a Ani. Pero la oposición de la familia en Rusia y el viaje paterno para frustrar la boda programada interrumpen lo trazado. En ese punto se altera la linealidad de la trama y surgen los conflictos personales, grupales y familiares, que ponen en tensión y choque las emociones, visiones culturales y estilos de vida.
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En lo que hace a estatura de los premios entregados, debe decirse que en esta ocasión y más allá de los exabruptos de Audiard, está en primer plano el lauro a mejor alcanzado por Adrien Brody en su rol principal por “The Brutalist”. Otra trama para celebrar y, por eso, ahí estuvo lo que correspondía para Brody. El conjunto significó un correrse del señalamiento a la Academia, reiterado en los últimos años, a premiar películas con sesgo ideológico y confrontante con la primera administración que encabezó Donald Trump. Si tal sesgo sigue, apareció atenuado en alguna manifestación como la que puso en escena el director de la aludida película francesa. Brody ya había subido al escenario de los galardonados por su pasada interpretación en “El pianista”, durante la gala de 2003. En esta ocasión y por fuera de una intuitiva traducción del título de la película al español, el brutalismo se refiere a una tendencia de la estética en arquitectura y escultura, de origen francés. Considerado también como “el arte de ser feo”, el brutalismo tiene ganado un puesto en la estética visual contemporánea y esta película es una exégesis de la misma.
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Esa larga película de Brady Corbet (casi 4 horas) con corte intelectual en la argumentación y, en apariencia hecha solo para ilustrados y académicos, había alcanzado 10 nominaciones, segunda detrás de “Emilia Perez”, en la expectativa preliminar y hasta ahí llegó todo en las amables sorpresas. No faltan quienes consideran al trabajo de Corbet como obra magistral. Hubo más, dentro de lo disruptivo en positivo que tuvo esta gala que brindó la Academia, y ahí está ese premio principal que obtuvo “Aún estoy ahí”. Fue la realización brasileña del carioca Walter Salles, quien alcanzó este logro a los 68 años de edad. Salles se llevó el Oscar a la mejor película en habla no inglesa, el más codiciado para las producciones que no son en traza sajona. La historia real de esta producción se desarrolla durante el gobierno militar de Brasil hace medio siglo, y cubre la brutal parábola que fue la desaparición sin respuesta hasta hoy del diputado de oposición Rubens Paiva. Esto y la búsqueda incesante de su familia durante cinco décadas, sin noticia alguna de su destino. La certeza es que la víctima fue asesinada por sus captores oficiales.
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En las cuentas definitivas, el trabajo fílmico principal se llevó 6 estatuillas y “The Brutalist” recogió 3. En el primer caso, "Anora”, la obra ganó además de mejor película, actor y director, el reconocimiento a mejor actor de reparto, guión original y montaje. La otra favorecida, que se alzó con el rubro principal de mejor actor, recogió también los galardones a mejor fotografía y banda sonora. Vale especificar que esas premiaciones complementarias dejan de ser consuelo cuando van acompañadas por los galardones mayores. Tal como ocurrió en este caso. La película premiada para Brasil le ganó incluso a la producción de Audiard y apenas le quedó a esta última el consuelo mínimo de alcanzar el premio a mejor actriz de reparto y mejor canción, si se contrastara esto con las expectativas previas, debería decirse que lo recogido ni siquiera alcanza para el desconsuelo. La gala también hizo homenaje a la memoria del hace unos días fallecido actor Gene Hackmann, quien había levantado el Oscar en dos oportunidades: en 1971 como mejor actor y en 1992, por actor de reparto (aresprensa).
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