UNA MOSTRA CON LINAJE PLENO
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PATRIMONIOS CULTURALES  //  CINE Y ARTES ESCÉNICAS  //  Publicado el 11 de septiembre de 2021  //  21.30 horas, en Bogotá D.C.

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Se cerró hace unas horas el acreditado encuentro universal de cine de Venecia, la Mostra. Realizó su edición 78 como para ratificar que es el festival cinematográfico con mayor tiempo de vigencia entre todos los demás, y con un linaje que no alcanza de manera casi incomprensible, el vuelo en prestigio de Cannes pero que lo ameritaría. En parte esa ratificación está afirmada en las casi ocho décadas de vigencia y, en este cruce, con un titular de los jurados que no necesita presentación para ratificar la enunciada alcurnia: el coreano Bong Joon-ho, aquel de «Parásitos», película con la que ganó todo por donde se presentó en tránsito mundial: desde los Bafta a los Globo de Oro y también los apetecidos Oscar. Más de 12 lauros en secuencia, incluida la estatuilla de Hollywood a mejor director, entre fines del 2019 e inicios de un 2020. Ese cambio de calendario en el que asomaba la pandemia pero aún nadie se asustaba tanto como ocurrió poco después de la entrega del gran premio de la industria fílmica de los Estados Unidos, el que otorga la Academia. Ganó este año una de las favoritas, que llegó entre los mejores pronóstico a la ciudad italiana que tiene en los canales uno de sus mayores atractivos y, en este festival, uno de sus mayores orgullos. Aparecieron en estas galas con sus producciones debajo del brazo, consagrados como Pedro Almodóvar, Denis Villeneuve, Ridley Scott y Pablo Larraín, en relación parcial de grandes directores y buenas películas. Ganó el León dorado uno de las vaticinadas: «El Acontecimiento», de la francesa Audrey Diwan.

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En el campo de las artes el cine apareció este año como uno de los más audaces en eso de desafiar las restricciones impuestas por la pandemia. Cannes fue bien lejos en la previa con la apertura plena. Pero este encuentro de Venecia tuvo algunas limitaciones de aforo, aunque no hubo exageraciones al respecto sino precauciones básicas y aceptables para todo tipo de comprensión en estos tiempos aún de prevenciones tan latentes como evidentes por el acecho de la desafiante variante delta, la lambda o la nueva «miu» del virus en retroceso palpable e imprevisible. Los latinoamericanos llegaron con buena carga a la urbe de los canales, luego de una lánguida presencia en el anterior festival de la costa francesa. Algunos de los estos directores participantes aspiraron al León de Oro, el máximo que entrega la Mostra. Allí estuvo el laureado chileno Pablo Larraín con «Spencer», los argentinos Cohn y Duprat con «Competencia oficial», así como el mexicano Michel Franco, con «Sundown». También apareció un conocido de Venecia, el venezolano Lorenzo Vigas quien presentó «La Caja».

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Vigas ya había ganado un león áureo en 2015, con «Desde allá», un filme este que también fue conocido como «Los Amantes de caracas», en el que abordó el complejo tema de la homosexualidad juvenil. Esto entre los latinos que aspiraban a lo más alto de los premios que entregan para el cine los venecianos y en la mostra, que es parte de la más amplia Biennale. Pero los de este lado del mundo no eran los únicos competidores entre 21 producciones aspirantes al León. Allí estaban dos títulos franceses que llegaron precedidos de los mejores pronósticos: «Ilusiones perdidas» de Xavier Giannoli era uno de ellos. El otro fue «El Acontecimiento», de Audrey Diwan. Almodóvar llegó a disputar línea con toda la potestad que nadie le niega y, sobre la espalda, con el peso y prestigio de sus 23 largometrajes. Presentó en pantalla su próximo estreno, «Madres paralelas», siendo esta la segunda ocasión en que participa del certámen veneciano. Ya lo había hecho en 1988, con la recordada «Mujeres al borde de un ataque de nervios». En aquella ocasión se fue con un premio al mejor guión, apenas, después de haber barrido con los Goya en su casa.

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También estuvieron en carrera otros no menos reconocidos, filmes que tuvieron a los locales con el mayor número de propuestas para proyectar: fueron cinco. Franceses y norteamericanos compitieron con tres películas, en tanto que México y España llevaron un par. Chille y Filipinas se presentaron con una, al igual que Gran Bretaña, Rusia, Ucrania y Polonia. La neozelandesa Jane Campion apareció representando al Reino Unido con un filme de género western. Fue la cuarta presentación de esta directora, quien alcanzó premios con sus anteriores películas, pero nunca el mayor. La primera vez en 1990 con «Un Ángel en mi mesa» y la última nueve años después con «Holy smoke!». Han pasado dos décadas largas del último paso por Venecia de esta directora y volvió este año a Italia con «The Power of de dog», luego de once años de ausencia en la producción cinematográfica. Hubo otras dos mujeres directoras en puja por el premio máximo. Una de ellas, la inglesa Ana Liky Amirpour en representación de los Estados Unidos, apareció con otras de sus producciones de drama surrealista, «Mona Lisa and the blood moon». En tanto que Audrey Diwan, de Francia, hizo proyectar «L´évènement», tal como ya se indicó.

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Lo señalado no alcanza para una descipción más cercana de lo que se exhibió este año en Venecia. Por ello es bueno precisar, aunque no se alcance a completar lo visto en esta versión de la mostra, que películas como «America latina» de los hermanos D´Innocenzo (Damiano y Fabio), junto con «La Mano de dios» de Paolo Sorrentino le pusieron un color diferente al lote de presentaciones. Son dos de las películas italianas que llegaron al Festival, la primera con el cine atípico de los hermanos D´Innocenzo y un título tan disruptivo como distante de sentido con el subcontinente al que alude. La segunda sí tiene que ver con nosotros pues es una saga que toca el paso de Diego Maradona por Italia y de manera específica por Nápoles. Basta señalar que la trama toca también la vida del director Sorrentino, un fanático del desaparecido futbolista argentino y de la camiseta que vistió en la ciudad del sur italiano. Otra curiosidad en esta Venecia 2021 fue que los argentinos Cohn y Duprat (aquellos de «Ciudadano ilustre»), ahora con su «Competencia oficial» no representaron a su país de origen sino a la, para ellos, cercana España.

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Pero, como se sabe, el forcejeo simbólíco por alcanzar los premios no termina aquí en el felino dorado, ni en el segundo que fue por el «gran gato» de plata. Desde ese rango que sigue al oro hasta el Marcello Mastroiani al mejor actor o actriz emergente, hay cuatro premios intermedios. Eso además de los filmes presentados «fuera de competencia», una denominación que esconde mucho de la excelencia de los trabajos que se exhiben en este acápite muy apreciado por los que saben. Ocurre que en esa sección suelen aparecer las producciones que por razones de lógica comercial y de distribución, así como también de calidad, tienen un a priori asegurado en éxito de taquilla. Aunque la certeza al respecto tiene algo de peregrino para cintas aún no estrenadas, ese segmento trajo este año a Venecia postres como el de Denis Villeneuve, que fue presentado bajo el título de «Dune», en la que tuvo participación Javier Bardem, pero no como progagonista. Junto con este consagrado director se presentó al público Edgar Wright con «Last night in soho» y Ridley Scott con «The last Duel», una historia concebida por Matt Damon y Ben Affleck. Esto además de un David Gordon Green, con «Halloween kills».

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En la hora de las definiciones de este sábado fue el trabajo de Diwan el que se alzó con el felino mayor, en tanto que el León de plata fue para la película de Sorrentino, que evoca la figura de Maradona. No hubo entonces sorpresas en la entrega de los dos lauros principales, que quedaron entre dos vecinos de Europa. Jane Campion no se fue con las manos vacías pues se llevó un León de plata a la mejor , por su labor en la realización inglesa sobre vaqueros americanos. Un punto que vale para recordar que hace algo más de medio siglo los italianos hicieron western que con sorna los dueños de la épica de los cowboys del Oeste llamaron «spaghetti». Unas películas que hoy son de culto y tuvieron musicalización de una leyenda, Ennio Morricone, además del protagonismo de quien hoy es un mito y por entonces un joven al tiempo que desconocido actor, de quien por entonces nadie creía que llegaría a ser lo que hoy es: Clint Eastwood. Tampoco Almodóvar se marchó en seco de este encuentro en Venecia, pero no fue lo que el manchego hubiese esperado. Penélope Cruz fue reconocida con la Copa Volpi a mejor actriz por la obra de Almodóvar. El resto de las producciones de habla española se fueron así como llegaron (aresprensa).

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