UNA HÍBRIDA FILBO 2021 |
PATRIMONIOS CULTURALES // LETRAS // Publicado el 26 de agosto de 2021 // 18.00 horas, en Bogotá D.C.
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La Feria del Libro de Bogotá se realizó también este año con las limitaciones propias de la coyuntura sanitaria que sigue, pero se hizo. Fue una celebración del libro híbrida, si se tiene en cuenta que hubo presencialidad limitada y al tiempo una programación mayoritaria con apoyo tecnológico, y por tanto a distancia. No era aún posible correr riesgos y ya es la segunda edición golpeada por una pandemia que sigue ahí, pero ya contenida a medias por el proceso vacunatorio que avanza en Colombia, a ritmo lento pero en incremento. El país invitado en la ocasión fue Suecia, esa nación nórdica cargada de mitos y leyendas que han alimentado a la Modernidad con su buena cantera, la que se hunde en el fondo de los tiempos para hacer literatutura. El desarrollo de la programación estuvo acotada a dos semanas largas y quedó cerrada el domingo anterior. Hubo 30 charlas alusivas a diferentes obras y trayectorias de autores, así como encuentros presenciales para niños. Hubo tambien veladas literarias en diferentes librerías de la capital del país. La organización a cargo de la Cámara colombiana del libro y del asociado ferial, Corferias, afrontó un compromiso difícil aunque lo previsto tuviese menor carga de despliegue en terreno y mucha en el espacio virtual. Todos los comprometidos y el público esperan que la próxima convocatoria pueda desarrollarse con la presencialidad tan necesaria como tradicional. El año que viene la edición correspondiente tendrá un panorama más despejado, si las consecuencias de la pandemia siguen en proceso de inflexión, contrastado con un cuadro esperado de una anhelada pero aún hipotética «inmunidad de rebaño», resultado del proceso de vacunación generalizada.
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En la suma, hubo casi 700 actividades puntuales y se pusieron en escena obras y personalidades de unos 400 autores. La presencia del invitado de honor, incluso, tuvo su peso específico
sobre plataformas tecnológicas. Faltó un renglón de actividades presenciales para que se completaran las 130, desarrolladas en escuelas, colegios, universidades, bibliotecas y teatros. Espacios en los
que era posible realizar concurrencia limitada a lo necesario y evitar las concentraciones multitudinarias, como nichos reconocidos del contagio. Esa relación de equilibrio relativo que contrastó con la edición
anterior, desarrollada en plena expansión de la pandemia, mostró prudencia y audacia, no temeridad, al ritmo de los cambios en la situación general y de apertura de actividades que en el país cafetero
mantiene algunas restricciones. Además del tema de sus tradiciones culturales, Suecia trajo lo que es propio de sus visiones actuales, en el marco de una irrenunciable Modernidad: igualdad de género, transparencia,
así como fortaleza política en la defensa del medido ambiente y la inclusión.
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El país nórdico que fue protagonista en esta Feria se presentó bajo la consigna de «Suecia socio sostenible», en alusión a los valores y políticas ya señaladas. Reclamó además un espacio Suecia en las librerías locales.
Una pretensión que estaría sostenida en el hecho de ser el país de origen y sostén cada año de la entrega y reconocimiento a un escritor, con un premio Nobel nada menos, del cual es cuna.
Esa es otra de las tradiciones que ameritaban la presencia en Bogotá de un invitado con ese calibre. El cúmulo de tradiciones que trajo Suecia como pergaminos a la feria de Bogotá es por eso fuerte. Se
trata de un país pacifista aun cuando fabrica sofisticado armamento, como aviones de combate. Pero no siempre fue así pues tuvo una larga historia guerrera que arranca con los vikingos, cuya cuna comparte con Noruega. Estado este que estuvo unido a lossuecos hasta 1905. Suecia fue árbitro de la geopolítica europea desde 1648, con la firma de los tratados
de Osnabrük y Münster, hecho conocido como Paz de Westfalia, que puso fin a la llamada Guerra de los treinta años. Esa confrontación desangró a Alemania y a otros países del centro de
Europa, marcando el inicio del declive de los Habsburgo y de España.
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Esa hegemonía y paz armada que impuso Suecia a las demás casas reinantes del llamado Viejo mundo se cerró cuando el rey Carlos XII -el primero que creó un
ejército profesional tal como se conocen hoy en día los brazos armados de los estados- fue derrotado por Pedro El Grande de Rusia, en la batalla de Poltava (1709). No fue una simple derrota de Suecia y de su
monarca sino un desastre para la entonces encopetada fuerza armada sueca que marcaba el paso de Europa en su núcleo geográfico, aunque con menor brillo de peso histórico que las que mostraron en esos años
españoles, franceses o británicos. El rey nórdico apenas pudo regresar a su país y de incógnito, 5 años después de la catástrofe. De su descalabrada tropa que en el inicio
contó con 25 mil hombres, apenas un 20 por ciento sucumbió en la batalla. La mayoría, como tropa prisionera, murió construyendo la ciudad de San Petersburgo, que por entonces levantaba el zar en
la desembocadura del Nevá sobre el acceso al mar Báltico. A partir de ese hecho de armas Rusia se convirtió en determinante en el norte y centro oriente de Europa, al tiempo que Suecia renunció
hasta hoy a hegemonía militar alguna.
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Las consecuencias de aquella derrota no solo se mantienen hasta hoy para los suecos, también para los rusos. El zar Pedro, de la dinastía Romanov, consolidó el poder
del Estado que había iniciado Iván IV El Terrible, y puso a su país en la mesa de los grandes jugadores de la política europea como preámbulo
a la construcción del imperio que heredaron los soviéticos, tres siglos después. Petersburgo, en cuyo pantanoso suelo están los huesos de los prisioneros suecos, quienes la levantaron en medio de
los humedales con frecuencia helados, se constituyó en la ventana de Rusia hacia Occidente y fue el aviso de que este vasto país también era parte de la cultura que Pedro admiraba y quería emular.
La ciudad es llamada «Venecia del Norte», está a 600 kilómetros del Báltico y situada frente a Finlandia, así como cercana a Suecia. La estrategia que empleó el zar para vencer
a su poderoso enemigo fue la misma que emplearon sus sucesores para doblegar a los invasores: dejarlos avanzar sobre el inabarcable territorio, desgastarlos y luego golpearlos hasta el final. Ese rigor lo sufrieron después
los franceses de Napoleón y los alemanes de Hitler.
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Pero no todo fue trágico enfrentamiento entre ambos pueblos pues no debe olvidarse que las tribus eslavas, hasta la fundación del rus de Kiev, se fueron moldeando con el cruce de los vikingos que llegaban de Suecia y Noruega como comerciantes o simples invasores guerreros, tal como lo habían hecho en el resto de Europa. En otras palabras, en el gen de los rusos hay algo hoy de los vecinos nórdicos. La presencia de este país en Bogotá para la Feria, trae a la memoria que fue en 1982 en Estocolmo que el Nobel colombiano de literatura, Gabriel García Márquez, recibió de manos del monarca sueco el galardón. El próximo año se cumplirán cuatro décadas del acontecimiento. Los organizadores de la Filbo 2021 informaron que casi dos millones de internautas pudieron seguir por la red la programación en línea. La transmisión completó casi 700 horas de programación, número que explica la cantidad de seguidores en soporte electrónico. Un número parecido de visitas a las plataformas abiertas se produjeron desde los países de la región y de Europa. En tanto que se registraron 125 mil visitas únicas en los canales alternos, de los que participó la embajada del país invitado (aresprensa).
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