RETORNA EL BOGOTA FASHION |
HEDONISMO // MODA // Publicado el 19 de mayo de 2022 // 16.30 horas, en Bogotá D.C.
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De nuevo la capital andina se viste en onda de moda con su principal encuentro del rubro: el Bogotá fashion week (BFW) que retoma oxígeno después de la restricción que impuso el paso de la pandemia, y sus coletazos en sumatoria de víctimas. Un encuentro sobre el buen gusto y el mejor vestir que vuelve presencial luego del paso de la peste. Aunque sean disruptivas las propuestas que trae la moda, las de este escenario y las de cualquier otro, es la ocasión para una celebración de la vida y, para el caso, de una experiencia hedonista que resulta ser una reconciliación con la buena disposición para seguir adelante, incluso desafiando las zancadillas que impuso el destino en esto de la salud y en otras circunstancias. Al margen de lo emocional y del “derecho” a la distinción también es concreto que la industria que rodea a lo simbólico e histórico de la moda, esta es una gran movilizadora de empleo y de la economía en general. Es en parte por ello que la Cámara de Comercio de Bogotá se convirtió en sostén de una iniciativa que en los años precedentes a su primera versión tuvo diferentes protagonistas. Este rubro de la producción tiene para Colombia tres de sus centros básicos en Medellín, la capital andina e Ibagué. La gran metrópoli anfitriona del BFW, por su propio peso tiene parte fundamental de ese centro gravedad con tres polos diferenciados, pero es Antioquia y su principal urbe -Medellín- la que en términos históricos lleva el mérito de ser la que inauguró la gran industria de la confección hace un siglo largo.
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Escribe: Néstor DÍAZ VIDELA
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Estos tres días de gran despliegue en el altiplano capitalino sobre lo que desde la academia se sigue considerando fútil y liviano, promete un saludable baño de optimismo sobre el presente que no deja de ser turbulento en Colombia, y sobre un futuro que tiene grises inmediatos así como un pronóstico reservado, para el día siguiente de unas elecciones a la vuelta de la esquina. Parece mentira, pero ese “imperio de lo efímero” -a la letra de la obra de Gilles Lipovetsky- es una suerte de válvula de escape, válida frente a tantas tribulaciones que acosan en lo social y, para muchos, en lo personal. Es que la industria que rodea esa “espuma”, que es la moda -siempre en términos de lo afirmado por Lipovetsky- es la contracara racional e instrumental de lo otro, lo que muta de manera permanente y tiene su razón de ser en lo estético y emocional, no siempre abordable por la razón, a la manera de las categorías opuestas que lanzó alguna vez Friedrich Nietzche: apolíneo y dionisíaco. Aquí está de nuevo la moda, abierta, desparpajada, disruptiva y desafiante como lo opuesto de lo que acaba de pasar en los dos últimos años, y de otras realidades y tragedias que asedian a los colombianos, pero no solo a estos.
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La propuesta prevé para el despliegue aludido, la presentación de 16 pasarelas con colecciones para dos temporadas. Eso además de un entorno de ruedas de negocios y de tiendas (pop up) para la venta al por mayor y menor, conferencias y actualizaciones en el segmento académico, que se integran a un total de 36 actividades en la programación oficial. La convergencia se realiza entre este jueves 19 y el sábado 21 de mayo, en el espacio Ágora, que es parte del recinto ferial en el occidente de la metrópoli cafetera. Las dos temporadas mencionadas no hacen alusión -al fin- a lo que es obvio en territorios de estaciones (invierno - verano - primavera - otoño), sino a lo que es más bien natural y apropiado en el trópico: vacaciones y ropa de playa. Participan un centenar de diseñadores y marcas que fueron divididas en 9 categorías: Listo para llevar (o vestir), que es el clásico prêt-à-porter, Ropa interior, Zapatos, Semi-alta costura, Ropa de playa, Bolsos y accesorios. La inauguración se realizó en la noche previa a la apertura al público, con la presencia de la firma de asociados Leal Daccarett (Francisco y Karen), quienes presentaron en desfile la colección El Contento. La velada fue privada y se llevó a cabo en el centro de Bogotá.
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La nómina, acotada, de creadores elegidos para las secuencias de pasarela tiene nombres conocidos y otros menos pero, en hipótesis pedestre, bien preparados para ofrecer un buen papel en la exigencia requerida para la ocasión. Lo postulantes debieron pasar por una selección que llevó varios meses de trabajo y reflexión. Allí estará Faride Ramos, con su colección Returning, que se afirma en la pretensión de ofrecer líneas de piezas atemporales que, de alguna manera, confronta con lo que es tradición para la moda: ruptura de la linealidad tiempo y formas, en paralelo con la recuperación parcial del pasado, a veces. También aparece enlistado Andrés Otálora en la parcialidad Semi-alta costura, con piezas que aspiran a continuar en la ola del empoderamiento femenino, con telas estampadas y sedas que imponen distinción así como un uso atemporal en lo generacional. También aparece en la relación otra conocida: Carolina Estefan (prêt-à-porter) y su colección Paloemango, con prendas evocativas de la cultura caribe ancestral, tanto en lo geográfico como en lo antropológico.
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Otra muestra prêt-à-porter de la paleta dice de ropa en una colección nominada en italiano, no en francés ni en un rústico inglés, esta última lengua que por uso y hegemonía geopolítica sigue tratando de copar la parada en esto de la moda internacional. Se trata de A Modo mio, nombre de la firma que evoca una canción peninsular de leyenda, que hizo famoso al fallecido en tiempos recientes Gianni Nazzaro. La colección que presenta este grupo empresarial en el BFW lleva por nombre Inmortale y el sentido de la expresión hace alusión al renacer después del desorden o del caos, e incluso la irracionalidad dionsíaca. Nombres como Nuovo Modi o Vita Domo, engloban a prendas con estampados, que proponen un horizonte de revitalizacion y renacimiento después de las coyunturas de confusión y riesgo extremo. En el espacio de ropa de playa aparece Cala de la Cruz que en las diminutas piezas propias de la línea exhibe perfiles atemporales y, en simultánea, vintage -un recurso siempre efectivo para los creadores de la moda- que recuerda aquello de lo válido en la ruptura de sincronías. La oferta en lo figurativo que expondrá Cruz exhibe dibujos geométricos y también naturalistas.
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Por su lado, Carlo Carrizosa expondrá su colección Valentina, con ligazón en el oficio artesanal. Este último creador da pie para un pantallazo sobre la tendencia de no pocos diseñadores colombianos, en la búsqueda de aquello que hicieron los ancestros y pervive en el trabajo de los artesanos. Una actividad estimulada de manera fuerte por el Estado. Esto último para señalar que la relación entre artesanía y diseño de moda es una labor que recuerda a Hegel, en aquello de que el progreso no es otra cosa que el “avanzar conservando”. El tensionar el relato sobre el pasado y convertirlo en una pieza de arte o diseño, ya lo hizo Picasso en su pintura, al mirar hacia el África. También los maestros del Renacimiento, italianos, alemanes y de los Países Bajos, acudieron a las fuentes grecorromanas para hacer un recorrido estético que resultó ejemplar y paradigmático. Pero lo que hoy se hace en Colombia tanto en moda como en arte en esto de las fuentes originales y emblemáticas, abreva más bien en el romanticismo que también recorrieron los europeos entre los siglos XVIII y XIX. Son buenos antecedentes históricos, pero no para quedarse en ese pasado que se presume glorioso e ingenuo, sino para repotenciarlo en belleza y producto, que haga cercano al hedonismo como un posible umbral de felicidad (aresprensa).
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