COLOMBIA: EL TERRORISMO PEGA DURO |
ACTUALIDAD // DOXA * // Publicado el 25 de febrero de 2022 // 18.00 horas, en Bogotá D.C.
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Los recientes ataques a uno de los precandidatos presidenciales en Colombia y el vandalismo que como violencia reiterada y máxima que ejerció un grupo de encapuchados en Bogotá, hace apenas una semana, en la sede de un hotel donde se debatía de actualidad con expertos y políticos europeos, muestra el talante incorregible del terrorismo doméstico. El mismo que tiene unas ramificaciones de superficie que siguen azotando a Colombia. Sergio Fajardo, un postulante veterano a la presidencia del país fue sorprendido en la ciudad occidental de Pereira por bandidos con capucha, cuando ingresaba a la universidad Tecnológica local (UTP). En el caso de Bogotá, el hecho de violencia fue sobre el hotel Radisson, en el norte de la ciudad, el que también sufrió el asedio pugnaz de los delincuentes a cara cubierta. Estos la emprendieron contra el frente de vidrio mediante el uso de bloques y piedras. En ese espacio se desarrollaba una sesión del llamado Foro de Madrid, que agrupa a personalidades del Viejo Mundo y de este continente. Era un debate sobre actualidad política, pero en clave de discurso académico.
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Nadie duda de que las acciones de vandalización y generación de temor en gente del común, la producen a control remoto los estrategas de la subversión armada e ideológica, con “soldaditos” de los frentes de masas y superficie, en combinación de formas de lucha en las que los conspiradores disolventes operan con el apoyo de organizaciones de superficie. Eludir en el lenguaje la verdadera naturaleza de esa situación y de sus protagonistas violentos es ser cómplice de la disfuncionalidad institucional de uno de los centros educativos desde donde partió la acción criminal del norte de Bogotá. En este caso, la Universidad Pedagógica. Los marginales que atacaron el foro de reflexión, tratando de acallar las voces diferentes a las obsesiones de sus dogmas, son sin discusión posible eso de lo que siempre acusan a sus contradictores: fascistas y reaccionarios. Estos grupos abanderados del terror alentaban además un nuevo paro general en las grandes urbes colombianas para los primeros días del mes que viene. Las centrales obreras del país esta vez se plantaron firmes y les negaron todo apoyo en las calles, pero no siempre ha sido así. El pasado reciente ha mostrado el uso de entes legales por parte del oscuro terrorismo que se ampara en la sombra y en las capuchas.
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Esto se desarrolla en un escenario nacional agitado, en vísperas de definiciones electorales de largo aliento. Los grupos armados convergen sobre todo en zonas rurales y áreas que por tradición han cargado el peso histórico de la violencia. En tanto que en las ciudades las acciones de los milicianos urbanos aportan su cuota con intención desestabilizadora y perturbación general que, ellos suponen, pueda favorecer a sus candidatos en superficie. Esa es la realidad de Colombia, que se mantiene a despecho del proceso de pretendida paz que se firmó hace un lustro largo. Los dos hechos ocurridos en los días inmediatos precedentes solo son una muestra de impacto que apenas tapa lo ocurre en el resto del país así como en las fronteras, como es lo que la sociedad cafetera padece por ahora de manera irreversible con Venezuela. La relevancia que adquieren ambos incidentes, y otros agregados que pudieron tener mayor gravedad, ponen una nota alta de agitación con víctimas reales y en bienes patrimoniales, tanto públicos como privados. El abordaje en reflexión de ese drama fue lo que se pretendió realizar en el Foro agredido. Este considera que el cruce histórico que se juega Colombia es estratégico para el país y la región.
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En efecto, Colombia y Brasil junto con Costa Rica, tienen este año elecciones presidenciales. Si bien Centroamérica también juega cartas con cruces difíciles, después de lo reciente ocurrido en Honduras, lo que pueda suceder con estos otros dos grandes jugadores geopolíticos sudamericanos es crucial para el devenir regional en el próximo lustro e incluso la década. Sobre todo porque el mundo está en presencia de una suerte de renovada Guerra Fría aunque bastante caliente y las confrontaciones de Occidente con Rusia y China, que abarcan todos los campos y eventuales mayores choques, no excluyen el coletazo a Iberoamérica como zona de puja. Eso ya resulta evidente en las fricciones permanentes y virtual guerra híbrida vigente entre Venezuela y Colombia, así como en la situación vigente en el Cono sur, con el levantamiento de un sector secesionista que levanta banderas de reivindicación indígena, con violencia criminal y discurso de lucha de clases. En el país con mayor masa demográfica y extensión territorial, bajo el mismo criterio, se augura la victoria de un nuevo y empoderado Luiz Inácio Lula da Silva, quien desplazaría del Planalto al derechista Jair Bolonaro. Al tiempo, en la esquina cafetera del subcontinente, el izquierdista Gustavo Petro sigue a la cabeza de las encuestas.
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En su alianza denominada Pacto Histórico, Petro debe jugarse su candidatura presidencial en la primera puja electoral, la de la primera quincena de marzo. Se da como un hecho de que tiene garantizada su primacìa y el paso previo a definirse es un simple trámite para imponerse sobre sus contendores en la lista interna. Aunque el pre candidato Petro ha negado todo vínculo con los sectores violentos y eso también está referido a quienes violentaron y vandalizaron las instalaciones del hotel donde deliberaban los asistentes del Foro de Madrid, todos los índices señalan a los partidarios del afortunado Petro, con su favorable pronóstico. Las trágicas, y aún cercanas en el tiempo, manifestaciones y movilizaciones de protesta urbana que dejaron en el país un elevado número de víctimas y daños materiales en los principales conglomerados del país tuvieron respaldo logístico y público de voceros cercanos al protagonismo de Gustavo Petro. Aunque el aspirante haya negado apoyo alguno a los desmanes, e incluso condenó el ataque de los facciosos en Bogotá, existen mensajes en redes que comprometen a sus leales. El calor del momento político colombiano da espacio para este ir y venir tanto de acusaciones como desmentidas.
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La pesada historia de no pocos de los que rodean al principal candidato de la izquierda colombiana condena con la duda. Las negativas sobre eventuales responsabilidades por actos graves contra la gente, marcan aun más, por aquello de la leninista “combinación de las formas de lucha”, que no excluye la violencia y, por el contrario, con reiteración la prioriza. Es un juego de billarista con uniforme negro esto de jugar a la democracia en escenario abierto y sobre la mesa, en tanto que contra la democracia por debajo de la mesa. Uno de los candidatos a senador cercanos a Petro, Gustavo Bolívar, apareció propiciando colectas para auxiliar a la llamada “primera línea” de protestas que se extendieron por el país en los meses previos a la clausura pandémica y durante la eclosión intensa de la misma peste. En un principio esas movilizaciones contaron con el apoyo de superficie de las centrales de trabajadores, a sabiendas de que detrás de reclamos justificados estaban aquellos que los dirigentes sindicales llaman la “grupería”. Son organizaciones marginales que se respaldan y al tiempo son respaldadas por la subversión ciega y el narcotráfico. El mismo uso del término militar primera línea -que ya no existe pero existió en los manuales castrenses- le pone rótulo indeleble a lo que se movió y mueve detrás del lumpen que se moviliza con reconocidos titiriteros que procuran permanecer impunes o en la sombra.
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El ataque a la entidad hotelera donde no solo estaban los disertantes nacionales y extranjeros sino los inocentes pasajeros que ocupan a diario el hotel, muestra la madera vil de la que están hechos los terroristas de capucha que mueve la subversión criminal urbana, que sigue azotando a Colombia. Las autoridades policiales expresaron que existen pruebas en el sentido de que los irregulares y su carga de terror a cuestas, enmascarados en discurso y capucha salieron de la cercana Universidad Pedagógica minutos antes del golpe artero. Se sabe desde hace mucho que esa casa de educación superior es uno de los sitios de disolución vandálica que allì anida como eslabón y refugio de las otras formas de terror contra la ciudadanía. Esa institución educativa y otras dos, como la Universidad Nacional y la Distritalm son grandes nidos de subversión y desestabilización urbana. Esos grupos de terror proyectado no son “infiltrados”, tal como de manera eufemística se les llama, sino incrustados en las mismas. Llamarlos de aquella manera es escurrir el bulto y dejar de identificar las cosas por su nombre. Esos operadores del terror, como bandas, no son cuerpos extraños de las entidades legales donde se esconden. No se negocia con el terrorismo, se le debe aplicar la ley desde su letra más dura (aresprensa).
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Febrero de 2022
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EL EDITOR .
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* La columna Doxa expone la posición editorial de la Agencia de prensa ARES.
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VÍNCULOS : COLOMBIA: ESPANTO PREELECTORAL // IDIOTARIO DE ALBERTO FERNÁNDEZ II
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