ARGENTINA: FRENO AL KIRCHERISMO |
ACTUALIDAD // DOXA // Publicado el 15 de noviembre de 2021 // 20.30 horas en Bogotá D.C.
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No fue una novedad, todos lo esperaban después del pulso de consultas internas de septiembre pasado, esas primarias que en la Argentina se llaman Paso *. El kirchnerismo argentino ratificò su condiciòn de perdedor en la justa electoral que ayer se celebrò
en la Argentina, aunque no haya sido una victoria de la oposición aplastante como se auguraba bajo cierto mutismo. Allí se hizo evidente que se mantiene la herida abierta del electorado ante un gobierno cuyos
dirigentes tanto habían prometido remediar, para aprovechar la impopularidad del gobierno que presidió Mauricio Macri y que, por errores protuberantes del anterior gobierno, fue desplazado por esa excrecencia
que emergió a expensas del peronismo histórico y que el país ya conocía, tal como también rechazaba, cada vez con mayor énfasis. Lo ocurrido en esta definición electoral de
noviembre como desenlace a la expectativa y tensión que dejaron las Paso de septiembre, resulta ser una victoria de sabor agridulce para la oposición y una derrota con gusto a victoria para el oficialismo. Todo esto en términos relativos. Ello no obstante que la decisión
del electorado quedó en claro. No quiere lo que está y sigue, tampoco lo que pareciera venir en los dos años que le quedan a la administración Fernández. El poder legislativo ahora aparece
equilibrado. El mito de que el peronismo unido no puede ser vencido está desde hace tiempo averiado en su línea de flotación. En la suma, la derrota oficial fue por unos 8 puntos en todo el país
y el recorte mínimo a la oposición fue en ciertos puntos geográficos donde el electorado oficial siempre estuvo afirmado como vasallaje de una monarquía feudal.
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El país argentino cae desde hace mucho por una pendiente y ahora está próximo al caos que ha profundizado la dupla de los Fernández. El kirchnerismo, facción extremista a veces en caricatura que se apoderó del peronismo clásico, repitió la derrota que sufrió hace pocas semanas aunque
suavizó los números en contra con una proxeneta compra de votos. La caída fue una lección de difícil aprendizaje para ese grupo que colonizó al Movimiento que fundó el caudillo
Juan Domingo Peró en 1945, y que se mantuvo arbitrando la politica del país durante casi 8 décadas hasta el día de hoy. Pero pareciera que algo está cambiando en la matriz de la cultura
política argentina. Por tercera vez consecutiva la oposición le gana unas elecciones al viejo movimiento mayoritario y determinante, que fue nacionalista en su origen, proteccionista y afirmado en la fuerza sindical.
Muchos cambios y mutaciones ha tenido ese peronismo ahora convertido en un golem del maximalismo latinoamericano. Ha sobrevivido en metamorfosis a lo largo de su traumática historia, lo que le permitió reflotarse y recuperarse en los momentos de graves crisis, tanto propias como del país.
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El oficialismo perdió con contundencia en distritos fuertes y los más importantes así como álgidos para el equilibrio político y social, que por tradición
respaldaban al peronismo. Incluso perdió en provincias que parecían imbatibles para la oposición. Una de ellas fue el bastión de nacimiento del kirchnerismo, la provincia de Santa Cruz, en el extremo sur argentino y sobre el Estrecho de Magallanes. No es un distrito con alto caudal de votos, pero tiene un peso simbólico
determinante porque en ese territorio la famlia Kirchner inició el fatídico experimento del saqueo de fondos públicos, cooptación de poderes del Estado y tenebrosa persecución a quienes denunciaron
las razones de la quiebra de una provincia estratégica para la seguridad del país, así como rica en recursos.. Hubo ahora una lección de voto castigo y en el tramo de 8 semanas entre las Paso primarias
hasta esta concurrencia definitiva a las urnas, el gobierno pareció no haber entendido el sentido del voto de rechazo. Tanto Alberto como Cristina Fernández siguieron ignorando las razones de la derrota electoral
y la exigencia de cambios de rumbo que esta planteó.
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Hubo por parte del gobierno una seguidilla de disparos en el pie, que aumentaron el repudio a veces sordo y a veces abierto, así como la mella tanto de la autoridad presidencial
como del resto del aparato oficial, al tiempo que de sus voceros oficiales y oficiosos. La reciente liberación de presos ex funcionarios del Estado fue uno de esos tiros autopropinados. Eran enjuiciados y condenados
por corrupción, todos ellos vinculados con las etapas anteriores del kirchnerismo. En el inicio del actual gobierno y luego de la pandemia se liberaron más de dos mil reos de alta criminalidad y se siguieron liberando hasta alcanzar una cifra cercana a los 4 mil. El gobierno bajo la
guía ideológica en lo penal del ex magistrado Eugenio Zaffaroni tiene un pensamiento cercano al abolicinismo penal, que favorece a los delincuentes y desprotege al ciudadano común. Esta política
de laxitud ante la criminalidad aumentó a nivel descomunal la cifra de asesinatos por robo y otras formas de delincuencia en las calles del conurbano que rodea a la capital del país. También las mafias
del narcotráfico se han enseñoreado en las calles y el oficialismo aparece como aliado tácito y a veces explícito del delito.
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El desentenderse de los avances del terrorismo y el ataque a la población y a los bienes de los civiles en la zona cordillerana de La Patagonia, fue otro de los pasos en falso
del gobierno que ha sido respondido con el repudio del voto. Los grupos extremistas enmascarados que se autodefinen como mapuches, con pretendidas reivindicaciones ancestrales, tiene apoyo explícito del gobierno a traves
del Inadi, ente que interviene en los asuntos indígenas. Pero ocurre que los facciosos son secesionistas, no reconocen a la Argentina y pretenden construir un estado
de memoria indígena -en pleno siglo XXI- con el contrasentido de que los mapuches no son pueblos originales de La Patagonia argentina sino del sur chileno. Estas son etnias que ocuparon en el siglo XIX el territorio
patagónico, que reclamaba la Argentina como propio. El Ejército Argentino les propinó una gran derrota en la segunda mitad de ese siglo, lo que tuvo como consecuencia la incorporacion definitiva de un
territorio que conformó seis provincias patagónicas, entre ellas Santa Cruz, y los restos de los guerreros mapuches se convirtieron en pacíficas comunidades, hasta hoy, que el panorama cambia con la aparición de los extremistas.
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Estos grupos disolventes no solo plantean la amputación de casi la mitad del actual territorio argentino también toda la Araucanía chilena hasta el río Bío-Bío.
El gobierno de Santiago ha respondido con mano dura y la militarización de todo su sector patagónico. Sabe que se enfrentan a terroristas que fueron entrenados por las Farc en la época de oro de la subversión
armada colombiana. Tienen armas de guerra en su arsenal y comparten intereses así como objetivos con los del otro lado de la cordillera andina. Mientras la actitud del gobierno chileno es vertical al respecto, su homólogo
de Buenos Aires ve el mundo al revés tal como de igual forma percibe su propia realidad. ¿Son acaso tontos?, no, solo están alienados por distopías ideológicas que idealizan la delincuencia
subversiva y la delincuencia a secas. Para ellos el «estado burgués» y la injusticia social son en verdad las causas de la delincuencia y la marginalidad. Para ellos los culpables del atraso son otros y
no ellos con sus reiteraciones de mala praxis política, social y económica. Eso explica el ataque oficial permanente a los sectores dinámicos de la producción y a la clase media.
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La descripción previa es apenas un dibujo muy limitado, un pantallazo demasiado parcial de las razones del descalabro, el del país y el propio en tareas del actual gobierno
argentino. Podría sumarse la cadena de atropellos, burla y desprecio hacia la población, que empezó con el llamado «vacunatorio VIP» de funcionarios y validos de la administración, en
pandemia, y siguió en larga lista. Podría sumarse el apoyo denotado a países forajidos y a otros grupos terroristas del mundo, y adcionar la catástrofe económica y social. En esto el gobierno
no cesa de culpar a la administración Macri, pero ya han pasado dos años del gobierno vigente. En la hora de publicar esta nota el oficialismo celebra su «triunfo» y este supuesto se basa en que
lograron acortar distancia en datos comparados con el resultado de las Paso. Es un delirio, pero es así y para nada nuevo en la visión del kirchnerismo, que no reconoce al otro, menos la victoria del otro. Han perdido el control del Senado, lo que hace para Cristina Fernández casi imposible doblegar al poder
judicial en pos de su impunidad. Ellos niegan la realidad que según Perón, «es la única verdad» (aresprensa).
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EL EDITOR
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