PETRO Y EL TREN FANTASMA |
ACTUALIDAD // DOXA * // Publicado el 22 de febrero de 2025 // 10.30 horas, en Bogotá D.C.
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La muestra en el escenario no admite contradicciones: un gobierno desordenado, sin timón ni coherencia, mientras el país se incendia. Incendio en el interior y hacia el entorno, en un tren fantasma sobre vía muerta y a toda velocidad. Otros, los que miran con suspicacia el escenario colombiano sobre la superficie y también debajo de la mesa, aseguran que los desvaríos son en realidad maniobras. Una dinámica que le permitiría a Gustavo Petro, el timonel que guía sin rumbo este Titanic que es Colombia, seguir a flote incluso haciendo agua por debajo de la línea de flotación. La metáfora histórica y marina podría equipararse también al tenebroso convoy con pasajeros que, en no pocos casos, ignoran su destino final. Ambas figuras darían el mismo resultado grave para la sociedad andina que el primer mandatario, se supone, gobierna. Uno de los dislates recientes en un desafío que continúa, es la relación con los Estados Unidos, el principal socio y presunto aliado del país sudamericano en lo comercial, entre otras formas de intercambio. Ese movimiento mueve el 30 por ciento de las exportaciones colombianas y representaron para Colombia un beneficio anual en 2024, cercano a los 15 mil millones de dólares, con un crecimiento próximo al 8 por ciento frente al año anterior. El último desafío verbal que salió del palacio presidencial es el de afirmar que debería preferirse el cierre de las exportaciones al país norteamericano.
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La actual administración y el jefe de la misma, así como sus parceros tanto locales como del entorno internacional ya han chocado con calientes icebergs. pero redoblan apuestas entre esos bloques emergidos y emergentes, en medio de turbias olas cada vez más agitadas. En la metáfora alternativa, si los maquinistas del tenebroso tren o los pasajeros del barco se bajaran, como ha ocurrido por estos días con varios ministros del gabinete, el resultado sería el mismo en el panorama sombrío. Todo es expectativa pesimista y quienes suponen que no hay tanta inteligencia como para imaginar una talentosa estrategia expuesta pero velada a la mayoría, sí aseguran que hay astucia suficiente como para tentar a la distopía y a la posibilidad de que Colombia se convierta en otro estado totalitario, sin futuro viable. Esto último en reflejo, tal como ya lo son esas otras perlas negras que tienen costas en el Caribe. Por ahora el actual gobierno se derrumba en sus contradicciones y en las fantasías expuestas del aludido timonel extraviado o maquinista ferroviario.
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Quienes se sostienen en el primer supuesto estiman que, como ya se superaron en aparente olvido sus yerros en la alcaldía de Bogotá y pudo llegar a lo máximo que puede ofrecer un Estado y un gobierno como instancia de poder del país, la parábola seguiría imperturbable ello no obstante las tormentas del entorno inmediato. El tren en vía muerta y velocidad alta que hoy muestra Colombia, continuaría hasta el final del mandato y, desde allí, hacia lo que se aspiraría continuar. Los escándalos por corrupción sostenida crecen y en la adición figura la designación de altos funcionarios en condición sub judice, tal como ocurre con el jefe de despacho, Armando Benedetti, y el flamante titular de Trabajo, Antonio Sanguino. Los traspiés también abundan y persisten en la administración central, en sumatoria constante y en cercanía a lo que se conoce como perversión. La presencia de Diego Marín (a) “Papá Pitufo” como supuesto financiador de la campaña presidencial y la captura de Andrés Rojas (a) “Araña” con fines de extradición, dicen mucho al respecto.
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El capturado en Bogotá era participante de una mesa negociadora como interlocutor de un grupo subversivo y narcotraficante del sur del país. Mientras esto sucedía, el jefe de Estado mantenía un periplo extenso por el Oriente medio en búsqueda de acuerdos comerciales, de apoyo a los impugnadores de Israel y en ratificación de la condena por las acciones militares de ese país en Gaza, calificadas como genocidio en una valoración difícil de controvertir. En tanto, la tormenta que se precipitó con los Estados Unidos por el tema de los deportados no ha cesado, ello pese a momentos de calmas aguas que se advierten en la superficie. Tantos yerros hacen sospechosa la estabilidad subjetiva del presidente colombiano y eso es parte del comentario generalizado, sobre todo en la oposición, que se hace cuando se valora la conducta del mandatario cuestionado. Pero más allá de los ataques de quienes no comparten la visión y acción de Petro, lo cierto es que esos yerros despertarían suspicacias sobre cualquiera, más aun, cuando se trata de un jefe de Estado.
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Los descaches se repiten en palabras y hechos. Eso sin dejar de lado la carga de mesianismo que tienen sus vindictas sobre adversarios y propios. El desafío verbal con el tema de los deportados al nuevo gobierno de Washington, puso en riesgo toda la estructura económica del país, dejando entre paréntesis las relaciones con la hegemonía mundial cercana, al menos hasta el final del mandato de estos progresistas empoderados. Así queda en exhibición maltrecha y en coyuntura, el metarrelato ya mustio pero que se toma como razón de Estado en vigencia aún fuerte en esta parte del mundo. El italiano Tony Negri ya había planteado el ineludible cambio diametral del paradigma iluminista moderno, con la curva capitalista que lo acompaña aún en desarrollo y con los necesarios frenos a los termocéfalos de la vuelta al pasado premoderno y romántico **. Esto frente a los riesgos que plantea el extractivismo sobre el medio ambiente. El redencionismo de raíz cristiana y su reflejo en la idea de progreso considera a la naturaleza como recurso y no como criatura,
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Esa es la visión subliminal del retroprogresismo que representan Petro y sus acólitos. Mirar la historia al revés y con una percepción que romantiza el giro copernicano, tiene consecuencias contingentes. Entre esas consecuencias, aunque no la única, está el de que la gente común, ese “pueblo” que el mandatario afirma defender, tenga que comprar el gas domiciliario más caro, por ahora, en un ascenso del 30 por ciento. Esto es solo un ejemplo desastroso tanto para la vida cotidiana como para la macroeconomía. Pero los desatinos no se detienen en el desafío de gallito al tigre norteamericano, debilitado y en retroceso, pero tigre al fin. También alcanzan al devaneo en presunción pedagógica, pública y con dedito levantado en dialéctica hegeliana, planteando la dinámica de dos polos de la lógica y la disolución de una de ellos en su dinámica. Se ignora en el exabrupto que eso sucede cuando no está presente el llamado “tercero incluido” de tal oposición. Un tercero que lleva a la transformación superadora y no a la disolución del contrario. Claro, a un talante autoritario es difícil hacerle entender eso del tercero, válido para el juego democrático.
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Todo esto en medio de los incendios que genera la violencia en lo social e institucional, junto con el descomunal aumento de los cultivos de base para el tráfico de alucinógenos. en el oriente, el sur y la costa del Pacífico colombiano. Porque, para rebasar el vaso, debe señalarse que la afinidad con la marginalidad que se expresa en lenguaje de violencia y desprecio por la ley, pareciera marcar los temblorosos movimientos del gobierno de Gustavo Petro. La ocupación territorial por parte de la subversión en el oriente y sur del país, tiene su complemento en el “paro armado” de la banda narcotraficante que se identifica como ELN. Los armados ilegales e ilegítimos aterrorizan extensos territorios, doblegando la soberanía que se supone debe defender el gobierno central. En paralelo, sigue en la trama el enfrentamiento con los Estados Unidos. Algo que en el choque hubiese desbalanceado la relación que brinda sustento a millones de colombianos, en particular a las fuentes de trabajo, cuyo soporte es la exportación al norte (aresprensa).
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El Editor – febrero de 2025
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VÍNCULOS : DAVOS, CRECIMIENTO CON EQUIDAD // VENEZUELA, RELOJ QUE MARCA LAS HORAS
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* La columna Doxa expone la posición editorial de la Agencia de prensa ARES
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** Léase de Max Weber: “La Ética protestante y el espíritu del capitalismo”
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