VENEZUELA, RELOJ QUE MARCA LAS HORAS
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ACTUALIDAD  //  DOXA  //  Publicado el 09 de enero de 2025  //  11.00 horas, en Bogotá D.C.

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La tiranía de Caracas no bajará un ápice en sus intenciones de atornillarse, aun más, en la hegemonía tiránica que mantiene a Nicolás Maduro en Miraflores. Ya se sabe de sus recursos: amenaza, acción directa en violencia física y persecución, chantaje y extorsión. Esto sumado a la burla de los llamados y acuerdos internacionales que pretendieron bajarle volumen a la presión criminal sobre la población propia. Nada de esto conmueve a la banda que se mueve desde Caracas y ha vulnerado todo, incluso la soberanía popular que de manera cínica dice sostener. Está más allá de toda consideración el señalamiento de los oscuros recursos que utiliza y lo opaco del manejo del poder que ostenta de manera tan ilegal como ilegítima. Tampoco parece inmutar a los integrantes del poder ominoso, lo que viene en este corto lapso de inicio de año: la asunción de Donald Trump y la repulsa abierta o simulada también en lo melifluo del lenguaje diplomático. Maduro está dispuesto de nuevo a colocarse la banda presidencial y juramentarse para un nuevo periodo presidencial a caballo del fraude. Esto a despecho del señalamiento generalizado por la estruendosa derrota electoral que sufrió al promediar el año pasado, resultado que Maduro y sus acólitos tuercen sin remordimientos y con desparpajo aparente.

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Por ahora el derrotero del presidente electo, Edmundo González, pareciera marcar una espera activa en la búsqueda de tomar el control del dispositivo gubernamental venezolano en todas sus expresiones, pero las dudas al respecto saltan a la vista. No son pocos los que sospechan que no pasará algo diferente a la consolidación enmascarada del régimen en este nuevo periodo de ejercicio de poder. A la repulsa internacional se contrapone el Grupo de Puebla y aquellos que fundaron con mala fama lo que fue llamado Foro de São Paulo. Entre ellos, Luiz Inácio Lula da Silva y la gerontocracia cubana, encabezada hasta hace una década larga por el geronte mayor, el fallecido Fidel Castro. En tanto, como arrimados subalternos, aparecen las cabezas del gobierno colombiano, la también satrapía de Managua y alguno que otro personaje de importancia relativa, entre ellos los que aportan los bolivianos. Un hombre de izquierda institucional, como lo es presidente chileno Gabriel Boric, es parte de las voces de repudio que rechazan lo que sucede en Caracas.

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Esto porque debe decirse con todas las letras: existe en esta América heredera de España y Portugal una izquierda respetuosa de las instituciones y la democracia que hemos conocido, pero que queda sumergida por ese otro sector disolvente de la institucionalidad y propenso al autoritarismo y la tiranía. El ejemplo supérstite de Cuba ayuda a comprender esta tendencia retardataria de quienes son impugnadores de la democracia y las libertades individuales. Las mismas que son semilla para el desarrollo del capitalismo hegemónico o subalterno, siempre demoníaco para los impugnadores y su visión religiosa, sin que importe cuál sea el adjetivo con el que se haga referencia descalificatoria: neoliberalismo o fascismo. Estos adjetivos se mezclan para descalificar aun cuando sean diferentes de manera sustantiva. Los impugnadores, como son los que integran el poder vigente venezolano, los mezclan porque apelan a la eventual ignorancia de sus seguidores. El cinismo y la sevicia descalificatoria no permite hacer clasificaciones más sofisticadas.

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Bajo ese panorama y la radicalización que lo determina es difícil que algo cambie en la desgracia venezolana y su impacto de riesgo geopolítico para el resto del continente. La alianza de Venezuela con países como Irán o Rusia tiene severas consecuencias para la estabilidad del resto. Esto, además del apoyo abierto de Venezuela a los grupos armados ilegales de distinto pelaje, con ideología desueta pero vigente en la acción depredadora y con intención de imponerla; tal como lo hace el ELN, que aparece como guerrilla en Colombia y como fuerza paramilitar de apoyo al régimen en Venezuela. Una propuesta antitética con la democracia representativa y las libertades básicas, así como también con sumado irrespeto a los derechos humanos. A pesar de que la autoridad réproba de Caracas está cada vez más acorralada eso no significa que su final sea inminente y no lo sería en la coyuntura actual. Es por eso que aquello que se presagia y que anuncia la oposición a Maduro y sus seguidores no sucedería, aunque el reloj marque otra cosa.

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Dentro de ese cuadro también están los vínculos de Caracas y del apoyo armado con que cuenta, con el tráfico de estupefacientes y otras formas de economía marginal o ilegal de manera indubitable. Una parte de esa economía marginal también se mueve bajo responsabilidad del ELN, así como lo fue hasta la década pasada con las Farc, en la previa al proceso de paz que las reinsertó a la institucionalidad colombiana. Ahora las llamadas disidencias que no se sumaron a aquel proceso pacificador también compiten y se enfrentan entre sí, buscando la protección de quienes controlan al estado venezolano. Frente a este panorama de peligro regional aparecen quienes rechazan la continuidad del proceso dictatorial venezolano y su hundimiento tanto económico como social. Chile y la Argentina son parte de ese frente. Ello no obstante las diferencias entre Santiago y Buenos Aires, sí coinciden en la condena a Nicolás Maduro y sus retardatarios. Las razones no solo son políticas ideológicas, también está en ese rechazo la sombra de la migración masiva.

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Aunque no son solo los vecinos quienes deben asumir el peso de ese escape multitudinario de la satrapía chavista. La misma que junto con otros países compinches de la región iberoamericana forman la opaca coyunda que avergüenza al resto. Un tercio de la población ha evacuado el país en ruinas y ese volumen crecerá en el inmediato futuro. El mencionado Foro de São Paulo tiene mucho que ver con todo esto. Tal grupo consideró por entonces que los países que habían conformado la propuesta que surgió desde Lenin, habían traicionado los principios evocados del proletariado mundial. Una distopía que se desvaneció a principios de los 90, con sus metarrelatos incluidos, algo que advirtió el ideólogo italiano Tony Negri fallecido hace un año. El retroprogresismo como Weltanschauung que campeó entre los fundadores del referido Foro, supusieron que desde el atraso era posible llevar adelante lo que surgió en el derrumbe zarista. El reloj que marca las horas para estos visionarios del atraso también se mueve hacia atrás (aresprensa).

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EL EDITOR // enero 09 de 2025

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