ÓSCAR RENTERÍA: NO SOLO LOS GOBIERNOS CENSURAN
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ACTUALIDAD  //  LA TERCERA OREJA  //  Publicado el 30 de abril de 2023  //  20.00 horas, en Bogotá D.C.

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En el pasado marzo el periodista colombiano Óscar Rentería fue dejado cesante de su cargo como comentarista en el programa “El Pulso del fútbol” de la cadena Caracol, que se emite desde Bogotá. La hora de labor periodística bajo la conducción de otro afamado veterano, César Augusto Londoño, se transmite en horario privilegiado, apenas pasado el mediodía, siendo como asegura su propia promoción el más exitoso del país. Rentería fue y es un astro de ese firmamento radial andino en el que la cadena, como parte de la española Prisa Radio, es considerada la más importante del país. La decisión de los directivos de la empresa resulta ser una evidencia más de la despreciable actitud y acción de censura que amenaza de manera constante a comunicadores y ciudadanos de Iberoamérica. La presunción de comentarios machistas, por parte de Rentería, sobre la decisión de una mujer que presentó en Francia una denuncia de intención de violación contra un jugador del PSG, provocó la abrupta medida que terminó en la muerte laboral y civil del victimado. Los operadores de la acción impresentable contra Rentería no se conocen por sus nombres, por ahora. Aún gozan de impunidad. La abogada del acusado deportista norafricano, Fanny Colin, dijo que su defendido es “víctima de una tentativa de extorsión”.

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Así, el comentarista debió retirarse de su servicio y, claro, de la actividad profesional rentada en ese medio de comunicación. La censura es censura y no hay atenuantes para decir algo diferente al respecto. Los perpetradores de la ejecución sumaria al comunicador deberían ellos mismos renunciar en condición de vergüenza y rechazo social, pero es claro que no lo harán y casi nadie lo hará en repulsa. Ellos, los censores, no lo hicieron y siguen ahí en amenaza potencial de mayores censuras, como debiera suponerse. Las peligrosas tendencias occidentales de supremacía de género producen consecuencias como esta, en su visión de mundo patas arriba. Lo más grave es que estas tendencias están ya insertadas en la legislación de nuestros países. Para el caso de Colombia, a partir del artículo 93 de la Constitución. Los temas de género dentro de la justicia abren huecos de racionalidad que suelen producir buenos negocios para quienes aparecen como víctimas primarias. Ese podría ser el caso de la dama francesa que acusó al deportista Achraf Hakimi y que, por curiosa carambola, golpeó en Colombia a Óscar Rentería.

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Pero más allá de eso, las precisiones sobre el hecho desnudan la acción contra el profesional como propia de dictadores tropicales y ello señala a los responsables de la emisora. Al tiempo le conceden al periodista la dignidad, gallardía y valentía que aquilataban su labor ya antes del bochornoso fusilamiento simbólico realizado contra una víctima que ejerció su derecho a expresarse con libertad y sin que hubiese razones valederas y sí tan mezquinas como contranatura, para su marginamiento sumario. Esto incluso más allá del antiargentinismo ramplón y pedrero sistemático demostrado por el afectado.  Lo dicho por Rentería no debería haber alterado a nadie, solo a las calenturientas mentalidades sesgadas de quienes tomaron la decisión de despedirlo. Visiones censuradoras tan pedestres y de subsuelo como las de quienes pudieron haber inducido y estimulado ese golpe abyecto y ominoso como el que a todas luces se perpetró contra la víctima. Lo puntual en la sucesión de hechos principales y derivados se afirmó en la acusación ante la justicia francesa contra Hakimi. El acusado de nacionalidad marroquí es jugador del PSG, en la capital gala.

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Quien efectuó la acusación ante la fiscalía francesa fue una señorita de 24 años, cuyo nombre se mantiene en reserva, luego de un encuentro con el futbolista en su apartamento parisino y después de una cita en el mismo pactada a través de una red social. Si bien la información asentada en la justicia no señala consumación de hechos mayores, sí establecen la intención del jugador por avanzar, después de los circunloquios y tocamientos habituales, que revelarían las intenciones del acusado. Rentería al respecto indicó que toda chica adulta debe saber a lo que se expone en estos casos y, por inferencia, se desprende que las quejas posteriores podrían decir más de la acusadora que del acusado. En suma, el comentario del periodista no hizo otra cosa que plantear un problema en boga y de sentido común, en tiempos de una radical tendencia a la militancia de género, que deshumaniza el papel principal de la mujer en la sociedad contemporánea. La deshumanización se articula en el sentido de suponer que la mujer está por encima de los derechos de los demás y que su ciudadanía es superlativa.  

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Dentro de esa corriente poderosa y general en Occidente, pareciera que la mujer y las minorías de género dentro de tal criterio, nunca mienten, ni cometen delitos, además de estar por encima de la justicia en sentido estricto. Responderían estos protegidos más allá del sentido común y dentro de esa concepción, a una naturaleza humana superior al resto de los mortales en condición de una igualdad que dejó de ser. Tal sesgo es sostenido en el plano internacional por una abundancia de organizaciones y ONG que levantan banderas de minorías y de visiones alternas dentro de la llamada “ética de la autenticidad”. Esto tiene repercusiones dentro de los organismos de justicia y de la legislación internacional que está por encima de los estados nacionales y forma parte en casi todas las legislaciones occidentales del llamado “bloque de constitucionalidad”. Esta instancia es superior a las constituciones y leyes de los países. La ola regresiva se afirmó, dentro del tema que nos ocupa, luego de la reunión al respecto realizada en Belém do Pará *, Brasil, en 1994.

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Allí se determinaron las bases de la protección y ampliación de derechos de las minorías y de la mujer, sin hacer alusión alguna al compañero de género. Así se llegó al culmen: la protección absoluta y excluyente que se desprendió de los movimientos alternativos activos durante varias décadas después de la Segunda Guerra Mundial. También de la ola contracultural de fines de los años 60 del siglo pasado, que provocaron el giro copernicano con el sentido de la justicia. Vale decir, se puso el mundo al revés en lo que hace a valores. Una de las consecuencias ha sido lo que derivó en la sanción a Óscar Rentería, hecho en el que la injusticia queda legitimada como si fuese justicia. Nada pareciera que sea posible hacer por ahora para que las cosas vuelvan a su curso normal y la mujer sea tan bien respetada como debe ser el niño, el desvalido y el hombre ante los atropellos que el mismo ser humano puede asestar en perjuicio de su prójimo. Tolerar que los nuevos “super ciudadanos” supongan que están en condiciones de hacer que sus atropellos se conviertan en virtudes justicieras está más allá de toda racionalidad aceptable.

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Para no ir más lejos, queda para la muestra lo que ocurre bajo la superficie en las comisarías de familia de Bogotá. No pocos comisarios que deben ejercer justicia delegataria en la compleja trama de los conflictos familiares y de pareja, para tomar medidas de protección, deben hacer caso omiso de razones evidentes que dejan no pocas veces desprotegidos al varón por la señalada corriente de exaltación y parcialidad de género. Fuentes consultadas por esta Agencia al respecto, que reclamaron discreción y reserva sobre identidades, señalan que incluso las altas cortes priorizan que se cometan injusticias y erosión del sentido común, con tal de que se cumpla lo establecido dentro de los criterios ajustados a las normas que se adoptaron a partir de lo dispuesto en Belém do Pará. Dicha información, conforme a las tendencias arriba señaladas, apuntan a que no pocas de las denuncias que se presentan en las comisarías aspiran a generar buenos negocios para las denunciantes, antes que justicia plena. Rentería es una víctima conocida, las otras no (aresprensa).

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Se trata de la Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer

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VÍNCULOS : TROPEZONES TOTALES EN UNA PAZ DISTANTE  //  COLOMBIA - VENEZUELA, A "TRES BANDAS"

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