NUESTRO ARTE EN ARCO
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PATRIMONIOS CULTURALES  //  ARTES VISUALES  //  Publicado el 09 de febrero de 2022  //  21.45 horas, en Bogotá D.C.

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América, la que heredó la cultura ibérica, fue muy afortunada en la feria internacional del arte que se cerró en Madrid el último domingo de febrero. Una buena parte de los titulares y reportes de medios y redes sobre la referida Arco hicieron alusión o reflejaron algún grado de reflexión sobre el arte que hoy se produce en esta parte del mundo, la americana donde se habla español y portugués. No es un descubrimiento, quizá sí un reposicionamiento de algo bien conocido, no solo por los clásicos brasileños, cubanos, argentinos, colombianos, venezolanos y chilenos, que tienen su espacio ganado en muchos museos del llamado primer mundo. También hay siempre allí, en la Feria de Madrid, otros más recientes incluidos los que emergen en este espacio americano que siendo sin rubor un tercer mundo. Eso  alcanza para emerger aunque se haga a los tumbos.  Esta convocatoria y celebración de la creatividad en artes visuales, que da inicio a la temporada anual del arte y de las muestras que se articulan en su entorno. volvió con bien afirmados fueros a lo largo de las 4 décadas cumplidas, precisamente en esta edición 2022. La curva negativa que impuso la pandemia no impidió este reencuentro ya casi sin restricciones del arte mundial, el cual es una ventana no solo para los españoles, los restantes europeos y los asiáticos  que participan sino en especial para los iberoamericanos que tienen en esta feria una ventana monumental para darse a conocer en el plano orbital.

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La aparición de la sección “Nunca lo mismo” le dio un marco específico a la producción del arte iberoamericano. Pretendería ser un espacio permanente pero eso se verá con el tiempo. Este segmento mostró a nueve de los propios que tienen el respaldo de diez galerías. Es esa la posibilidad que explota España en escenarios como este: acudir a la memoria de lo que fue su imperio y la impronta que dejó en los países que hoy lo componen para hacer una mirada y recopilación de lo que en símbolo es una suerte de águila bicéfela: una mirada doble. Para el caso, está en condiciones de recoger lo que hay en Europa, sin resistencias culturales siempre posibles, y en esos territorios que son parte de su heredad.  Uno de esos  artistas del patio fue Mauricio Poblete, mendocino de Mendoza, Argentina. Alguien que adoptó de manera clara y contundente caminos alternativos de vida y creatividad. Conocido como “La Chola”, su obra fue visitada con repercusión natural por la reina Letizia. Ella, la esposa de Felipe VI, hizo en la visita una referencia al reencuentro de los que nunca se separaron, no obstante el mito fundacional de la independencia, y es difícil de que lo hagan de aquí hacia adelante.

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La curiosidad de la reina estuvo encuadrada en la propuesta de este creador que une su propio cuerpo en relato de etnicidad, género e identidad. Poblete es argentino, de la misma manera como pudo haber sido alto peruano, peruana o ecuatoriano. Es indoamericano y también hijo de España. Nada lo avergüenza y si siente algo al respecto, bien podría ser “vergüenza ajena”, tal como lo señaló luego de la presencia de la reina, interesada en su obra. Pero este argentino-a no fue el único de  este lado en la feria de Madrid. También tuvo presencia relevante la venezolana Sol Calero, patrocinada por la germana galería Chet Lüdde. El brasileño Jonathas de Andrade, fue otro de los anfitriones en el segmento regional de la Feria. Junto con ellos estuvieron el chileno Rodrigo Arteaga, los peruanos Alberto Casari y Santiago Yahuarcani. Este último, indígena de la zona amazónica. El grupo quedó completado con Santiago García Sáenz y Jimena Croceri, argentinos como Poblete. Sumado a estos estuvo otro de Buenos Aires: Eduardo Navarro. Multiplicidad de tendencias estéticas y lo disruptivo del mendocino, para un espacio que estuvo casi copado por los rioplatenses.

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El despertar de lo que se entiende es un periodo postpandemia fue visto por los organizadores como una celebración que coincide con las cuatro décadas de vigencia de Arco y una sensación de indiscutible afirmación en el tiempo, al tiempo que de modo y lugar. Así, se convocaron dos decenas de galerías de primer nivel que han acompañado la historia de Arco, con sus vicisitudes, valles, cumbres y crisis de contexto. El estallido de la guerra en el oriente de Europa no alcanzó a tener impacto pues fue casi coincidente con el encuentro en el último fin de semana de febrero. Los dilemas sociales que apropian los artistas para la denuncia y crítica, no alcanzó a reflejarse en las propuestas que aparecieron en Arco, pero es seguro que sí se reflejará en la edición 40 más lo que viene de 2023. El homenaje aniversario tuvo además de las especiales ya aludidas, la presencia de otras casi 150 salas de exhibiciòn que se integraron en el programa  general. A lo anterior se sumaron otras 15 galerías jóvenes, con menos de una década de existencia, como una manera de estímulo a estos espacios tradicionales de exhibición que siguen desafiando la erosión que les imponen las tecnologías y las nuevas manifestaciones estéticas, en forma y contenido, y de argumento en géneros y propuestas.

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El homenaje de aniversario no solo estuvo enmarcado por el regreso pleno de la presencia física de mirones y especialistas, junto con comerciantes, mecenas y toda esa fauna humana y variopinta característica de este  tipo de convergencias, de la que no pueden excluirse los artistas y sus manifestaciones de distinción, que a veces  acompañan en coherencia con lo que producen. La ahora famosa, promovida y consagrada “Chola” es una manifestación acabada de este  tipo de despliegues que unen la creatividad, con el coleccionismo, la apreciación a secas y la avidez comercial. El arte es una inversión de largo plazo, sobre todo en tiempos de coyuntura, peligros y futuro incierto. En el movimiento de compras que es insoslayable de una feria de este tipo los organizadores señalaron con información críptica, que hubo buena compra de artistas que recién asoman nariz y propuestas por ferias de este calibre. Debido a que esta edición de Arco estuvo muy marcada por la presencia de los  latinos y en particular por los artistas y galerías del Cono Sur, la muerte del cordobés Antonio Seguí cayó como un chorro de agua fría pues este pintor es un emblema del arte  contemporáneo en el sur del continente.

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Fueron 75 mil los que pisaron la Feria durante esos cortos tres días de vigencia, suficientes pero con un tope aún lejano de lo que fue la máxima asistencia preferial: 100 mil. El optimismo entre esos dos puntos está en que este flujo fue superior en un 50 por ciento a lo alcanzado el año anterior cuando la apertura de Arco fue un verdadero desafío a la situación que aún se vivía por el golpe de la peste y las vacunas, que recién hacían su aparición como esperados biológicos inmunizantes. Otros números, sobre todo en el plano de los negocios atados, se mantienen en sugestiva reserva en lo que hace a precisiones, pero como un formalismo los responsables han afirmado la obviedad de que “fueron buenos”. Los datos verificados dicen que hubo presentes casi dos centenas de galerías que representaron a 30 países. Lo que viene para la próxima edición de fines de febrero del 2023 es la atención sobre lo sugestivo del Mediterráneo, el Mare nostrum de todos los países que lo bordean en Europa, el norte de África y lo que le toca al Medio Oriente. Esta perspectivas sugiere que se proyecta la mirada sobre los territorios más que sobre países particulares. Todo como  una manifiesta apuesta por la diversidad (aresprensa).

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VÍNCULOS : VUELVE EXPOARTESANÍAS  //  ARTBO 2021, EN TRANSICIÓN

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