LA "MOSTRA" APAGÓ LUCES |
Patrimonios culturales // Cine y artes visuales // Publicado el 14 de septiembre de 2020 // 16.25 horas, en Bogotá D.C.
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Después de diez extraños días de proyecciones, las luces de Venecia se desvanecieron el sábado pasado, con la entrega de los leones que reciben los dos reconocimientos principales y las otras distinciones para los segundones de primera en interpretación y elementos agregados propios del hacer cine de relieve y aceptación mundial. Días extraños porque no hubo celebraciones callejeras, ni alfombra roja rodeada de curiosos locales y visitantes, entre otras restricciones de ocasión. Pero la ciudad de los canales no podía pasar por alto la realización de esta desafiante situación mundial: la pandemia y el cierre de las salas, porque el virus golpea con lógica ciega sobre a la reunión masiva de espectadores potenciales. Venecia lo hizo y deja una huella mayor para los demás porque cierra con menor oropel el desfile de películas y de luminarias, pero se reafirma en el hecho de que es el festival internacional de mayor antigüedad, al tiempo que ratifica a Italia como uno de los grandes del mundo en esto de hacer cine y que la ciudad anfitriona es fiel a todas las tradiciones que acumula, muchas de ellas ligadas a la mejor historia del arte. Este arte de la pantalla y todos los otros previos, entre ellos el ser una de las cunas del Renacimiento y posta de comunicación entre Oriente y Occidente, así como la del comercio y el intercambio bancario. Pero esta es la hora el cine, que resiste las peores contingencias. Los principales actores galardonados fueron Khansa Batma (mejor actriz) por “Zanka contact” y Yahya Mahayni, como mejor actor, por “El Hombre que vendió su piel”. El premio a mejor guión fue para “El Depredador”, de Piero Castellito. En tanto, la portuguesa Ana Rocha de Sousa ganó un premio especial del jurado, por “Listen”.
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La película que recibió el León de Oro en la jornada del sábado anterior fue la norteamericana “Nomadland”, dirigida por la directora de ancestro oriental Cloe Zhao. Una trama de impacto social y emocional que ata los desgarros individuales dentro de la maraña compleja de la crisis inmediatas y mundiales vigentes, además de los torbellinos que mueven esos vientos, en contra de las decisiones y proyectos personales. Una vida normal, sin contratiempos ni afugias visibles que se quiebra, entre un día y otro, con consecuencias imprevisibles para la mujer que encarna el papel protagónico de un libro escrito hace tres años. Esa mujer es Frances McDormand, acompañada en el protagónico por David Strathaim. La novela fue escrita por Jessica Bruder bajo el mismo nombre del trabajo fílmico y un subtítulo impactante: “sobrevivir en estados unidos en el siglo XXI”. En otras palabras: angustias propias y sobrevinientes, estrés constante, incertidumbre generalizada y horizontes oscuros para casi todas las miradas. La vida cotidiana está alterada aquí de forma inclemente.
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Es sabido que Cannes le sacó el cuerpo a la cita anual y nadie puede culpar a sus organizadores por la decisión tomada. Apenas alguna queja suelta al desgaire, porque asumir la responsabilidad por los riesgos hubiese podido tener un precio demasiado alto en medio de la pandemia que aún sacude al planeta. La programación original decía que en mayo debía celebrarse el festival de la costa francesa, pero la cancelación se tomó con suficiente tiempo durante los días de mayor impacto del drama masivo y universal, cuando el miedo tocaba los cimientos de las sociedades y sin que nadie hubiese podido prever la deriva de la enfermedad que ya para esas fechas se había expandido a todo el orbe. Los anuncios de cancelación y el panorama que rodeó el entorno anterior, durante y posterior al anuncio de los franceses corrió en paralelo con la decisión en sentido inverso de los venecianos. En ambos casos las determinaciones fueron acertadas y nada parece decir que haya desequilibrio entre una y otra.
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En un lapso de apenas cuatro meses los panoramas ante el desarrollo de la peste también han sido diferentes. El miedo ha dejado paso a la desconfianza con una mezcla de relativo optimismo: hay una actitud entre resignada y con algo de temeridad de que es necesario convivir en la calle con un virus letal dando vueltas por ahí, buscando de manera aleatoria donde alojarse y germinar. Pero claro, es necesario también buscar senderos hacia la normalidad, hasta que la vacuna que se anuncia llegue al fin a estar en disponibilidad cierta. Mientras tanto, el Festival de Venecia insistió en celebrar su edición 77 y ratificar que es la más veterana de las muestras universales del cine. Para eso es nada menos que La Mostra. La misma que además del león áureo que consagró a los norteamericanos, hizo conocer el sábado los demás premios. También los latinoamericanos tuvieron lo suyo, en el marco de las lógicas restricciones que se impusieron de coyuntura y de acuerdo con los protocolos que en la práctica, ya son también planetarios. Así como lo es la expansión del virus y el propio festival que acaba de apagar luces.
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Uno de los trabajos hechos en esta parte del mundo y que salieron galardonados fue el de la colombiana Mariana Saffón, por el corto “Entre tú y milagros”. La realizadora compitió en la sección Horizontes y el breve filme trata del corte de amarras subjetivas y de control entre una madre y su hija. Esto con un marco y escenario tropical propio que, por inducción, se mezcla en las complejas relaciones de una adolescente que comienza a transitar y masticar los pasos de adulta y una madre que arma su vida sin la obligada tutela de quien la sigue y está a ella unida por los nexos filiales y de sangre. Por su lado, el mexicano Michel Franco subió al segundo escalón de los premios al alzarse con el León de plata por la dirección de “Nuevo Orden”. Esto significa que dos norteamericanos -una gringa y un azteca- tuvieron los principales favores de los jurados que tenían a la cabeza a Cate Blanchett. Los mexicanos ya no son una novedad entre los grandes realizadores de cine, ni improvisados en esto de alcanzar grandes premios. Tampoco Franco es un advenedizo, sus filmes son conocidos desde 2009.
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Pero hubo más para Franco, porque antes del cierre con el león plateado tuvo otro galardón de los más codiciados, como lo es el “Leoncino d´oro”. Este es un premio sin duda colateral pero de los que tiene gran prestigio al margen de los dos primeros. El guión de la obra es una lección sobre las condiciones que viven los jóvenes en los tiempos que corren. Una trama dura que convoca reflexión, en la que se relata lo caótico del México actual, reflejado en la cotidianidad de una familia que pretende vivir al margen de circunstancias ineludibles. En su década larga de realizaciones Franco acumula una veintena de películas. El jurado especial del leoncino estuvo integrado por noveles cinéfilos, sin la carga de intereses que podrían tener los otros planos de responsabilidad a la hora de hacer la selección de galardones. Eso da un mayor espesor a las distinciones obtenidas por el mexicano, entre los premiados de este año en La Mostra. Un conocido entre los otros distinguidos fue Andrei Konchalovsky con “Dear comrades”, quien se llevó el Premio especial del jurado (aresprensa).
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VÍNCULO: LA "MOSTRA" EN CUERPO PRESENTE