«CODA», INTERESANTE REMAKE
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PATRIMONIOS CULTURALES  //  CINE Y ARTES ESCÉNICAS  //  Publicado el 04 de noviembre de 2021  //  12.45 horas, en Bogotá D.C.

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Se estrenó hace una semana en Colombia la película «Coda: señales del corazón», con ambiciones de más de lo que ya tiene; esto es, con algunos premios en la mochila. Una película de intención alternativa pero con la firme idea de que el mercado le brinde su favor. Resulta ser una comedia entretenida en lo básico, distraer, y con un menaje implícito: subirse a la ola de la inclusión de las minorías, como mensaje de aquello que propusieron los posmodernos hace unas tres décadas, un estìmulo que sigue vigente y no pierde fuerza. La trama ya fue tratada en la producción francesa «La Familia bélier», que fue tan bien recibida hace siete años. Esta otra, casi idéntica en su libro a la primera, está hablada en inglés y es ese el público que busca la repetición. Al respecto no puede haber dudas. Se repite con el claro propósito de ganar un púbico importante para la recaudacion y tal vez para mayores premios. Lo filosófico ocupa ahora un segundo plano, aunque sin perder frescura. Vale recordar que la verdadera película, con este libreto, tuvo diálogos memorables vía lenguaje de señas, porque se trata de una familia en la que todos sus integrantes son sordomudos, todos menos una, la hija menor. Una joven que no solo habla sino que además canta e imagina la posibilidad de un futuro que no plantea el abandono de sus parientes diferentes. Estos la necesitan.


En ambos casos el tema social y las formas de exclusión están presentes de manera explícita o se intuyen a lo largo de todo el trabajo. Son familias que se sostienen con duro esfuerzo y de conjunto, ninguno está libre de las obligaciones laborales y su labor es independiente, porque -aunque no sea explìcito en ambas pelìculas- puede entenderse que para ellos es difìcil un empleo en relación de depedencia. Van llevando su vida aldeana con suficiencia solo acotada por las limitaciones de circunstancia. Viven su vida sin estrecheces extremas pero no en abundancia. Es una forma de pobreza en los países ricos, sea Francia en la primera versión o en un pueblo de pescadores al norte de las grandes ciudades del Este norteamericano, en la segunda versión, la que acaba de estrenarse. La lucha y su rutina no los hace infelices, es un grupo unido y de alguna manera sus vecinos simpatizan con ellos aunque no los sientan amigos en el sentido amplio del término y por el hecho de que el entorno no se expresa con lenguaje de señas.

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La joven Ruby (Emilia Jones) encarna a la protagonista que en la versión francesa tuvo como actriz a Louane Emera. Esta última cantante en la vida real. La Ruby de esta versión sajona fue Paula en la francesa, pero esta norteamericana debiò aprender a cantar para asumir su rol. Así se replican los personajes principales casi sin solución de continuidad, pero en diferentes escenarios pues los Bélier eran campesinos conservadores del interior de la Francia profunda, dedicados a la producción de quesos, estos otros son pescadores. En esas vueltas, la escuela media produce la magia de que el profesor de música descubre la potencialidad de la joven hija de la familia de sordomudos y la parábola de tensión surge entre un maestro y una alumna que ven un horizonte de lo que en modernidad se llama progreso. El docente ve el futuro con claridad y se esfuerza por cristalizarlo. La joven queda traumatizada entre lo que quiere para sí y su reponsabilidad familiar, al margen de las confusiones propias de una adolescente.

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Todo se agrava con el problema que surge en el resto de la familia, la que ve peligrar su orden y tranquilidad relativa, además de la unidad vinculada a una relacion con el vecindario aferrada a la capacidad de habla de la hija. El peligro está en el talento de la chica y el acicate que le da el profesor para que siga adelante sus estudios, aprovechando su don para el canto. La realización francesa aprovecha la remembranza de uno de los grandes cantantes franceses contemporáneos, quien por alguna razón histórica no es demasiado conocido en el exteriror, salvo por expertos: Michel Sardou, y una de sus canciones icónicas bien conocida en diferentes versiones, «Je vole». La página cinematográfica de la réplica gringa no acude a las leyendas de la canción sino que se conforma con una imagen más plana de ese punto álgido de la escena. Es claro, no podia ser una simple repetición y el detalle sobresaliente para el público de habla inglesa es la figura del profesor interpretada por el mexicano Eugenio Derbez, quien en aquí representa el personaje ficcionado del maestro Fernado Villalobos, o mister «V».

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Lo que se busca con este giro en la producción hecha para los Estados Unidos y los otros países de habla sajona, es el mensaje con sentido de inclusión de minorías en ambientes conservadores, no siempre receptivos a la diferencia, distantes de las urbes más mezcladas y liberales. Esos conglomerados norteamericanos donde ganò Donald Trump e imperò el Tea Party. Es eso en metáfora el pequeño pueblo costero cuya población vive de la pesca donde se desarolla esta obra y en el que viven tanto Ruby como los suyos. El porqué de la diferencia de título entre la película original y su versión cercana en el tiempo resulta un misterio a golpe de vista, pero no lo es. En otras palabras, ¿qué significa «coda»?; un vocablo enigmático pero no para quien habla inglés y puede meterse bajo la piel de sus planos de sentido. Es un acrónimo para hijo o hija, que en esta historia hace referencia a los vástagos de personas especiales en lo que hace a sus facultades y posibilidades de relación con el mundo. Es el compás de los tiempos, al fin y al cabo la batalla final la ganó el comprensivo Biden sobre el rival conservador y excluyente.

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La salida del nudo de tensión escénica tiene un desenlace lógico y para nada inesperado en el que, como resulta obvio, está presente la ternura en tanto columna vertebral de la historia. Quizá fue demasiado, pero lo cierto es que esta película estrenada en varios países en el inicio de 2021 se ganó los principales premios del festival alternativo Sundance. El de dirección para la norteamericana Sian Heder, así como el de Gran premio del jurado, ensamble actoral y de audiencia. Pero esto es solo un paso si se supone que la estrategia de la producción apuntaría al Globo de Oro y al premio gordo, que es la dorada estatuilla de Hollywood. Un detalle sobresaliente: tres de los protagonistas son sordos, Marlee Matlin, como Jackie, mamá de la familia (Oscar por «Te Amaré en silencio»), Troy Kotsur (Frank Rossi, papá de Ruby) y Daniel Durant, como el hermano, Leo. Al margen de ese gran detalle es bueno señalar que todos los que intervinieron en la realización debieron instruirse en el lenguaje de señas y eso no excluyó a la directora. Los de Disney y los franceses de Pathé tuvieron que ver tanto con los Bélier como con estos Rossi de «Coda» (aresprensa).

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VÍNCULO
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