ARTESANÍAS, "ÚNICAS", CON CRIN DE CABALLO |
Patrimonios Culturales // Artes Visuales // Publicado el 29 de agosto 2020 // 18.40 horas, en Bogotá D.C.
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Nada más inútil en apariencia que la crin de ese animal que tanto ayudó al hombre en la historia: el caballo. Esa dura pelambre erizada que cubre su largo pescuezo, desde la parte posterior de la cabeza en toda la cerviz hasta la cruz, parece un aditamento que, a veces, puede dar apenas un toque de belleza al equino, y nada más. Excepto aferrarse a ellas si se monta en pelo, o para cubrir el centro de los cuartos traseros, como una suerte de tanga animal. Pero no, sí son útiles para algunas cosas complementarias de uso humano, entre ellas las artesanías singulares que vienen de Chile. Se vieron en la pasada edición de Expoartesanías, en ese distante diciembre de 2019, cuando todo era normal en vísperas de Navidad y avanzaba aquella peste fatal emergente en la China de origen. En ese tiempo por aquí eso a nadie preocupaba porque aquello de la pandemia era algo que ocurría al otro lado del mundo. A Bogotá arribó entonces la chilena Nancy Cortínez Rebolledo, con el fin de que en la multitudinaria convocatoria -la última masiva del año en el espacio de Corferias- se viesen los elaborados trabajos que se hacen en Rari, aldea del centro-sur de Chile, en la zona del Maule, área de Linares. Los objetos de adorno y complemento cotidiano que hacen los artesanos de esa localidad, al pie de la precordillera que separa al elongado país de la Argentina, son “únicos” en el mundo. Es por eso que son valorados como Patrimonio de la Humanidad, según lo determinó Unesco. La Agencia ARES pudo entrevistar en aquella ocasión a la artista tradicional, quien expresó que al colorear cada pieza, al menos en su caso, la tonalidad se aplica “según el estado de ánimo”.
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Entrevista: Martha Liliana ROMERO
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El trabajo del artesano según esta autora depende más del esfuerzo y el trabajo persistente que de una inspiración necesaria. En eso se parece a Hemingway y a Picasso, quienes anteponían el esfuerzo y el sudor antes que a cualquier lágrima de porfía que no podría reemplazar al rayo de la creatividad. ¿Qué valor diferenciador tiene una presencia tan especial, como esta, de traer a Colombia artesanías únicas en el mundo?
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En realidad vinimos con el fin de aprender de ustedes -dice la artesana austral con tranquilidad que se siente transparente- porque en Colombia está muy desarrollado esto de conservar las tradiciones promoviendo las artesanías y agregando valor y respeto al trabajo de quien lo hace. Además, este de Bogotá es un escenario internacional de primer nivel para poder difundir lo que hacemos allá, tan lejos, en el sur del continente.
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El pequeño pueblo de Rari queda a algo más de 300 kilómetros de Santiago, en dirección al sur. Al llegar a Talca se debe hacer un desvio de unos 50 kilometros hacia la cordillera, pero no es necesario ascender las imponentes montañas de fondo, blancas de nieve en invierno. El conglomerado de los artesanos apenas supera los mil habitantes y la característica principal del lugar, aparte de la geografía, es precisamente la artesanía en crin de caballo. Por eso se la conoce en el mundo. El sello correspondiente de Unesco es nuevo, apenas tiene un lustro. ¿Cuál es el origen de esta artesanía chilena?
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Referencias amplias al respecto no podría aportar pero sí sé que es un acervo patrimonial de Chile -enfatiza Cortínez- yo lo aprendí de mi mamá, quien a su vez lo aprendió de mi abuela y ambas de mi bisabuela. Comencé en esto desde muy niña, tenía apenas siete años. Todo se aprendió por tradición oral y por la práctica permanente.
Esa relación que se va al fondo de la historia es básica para cualquier comunidad artesanal que se precie de tal. Esto que está enraizado en Rari tiene hasta donde se sabe más de dos siglos de vigencia, y de trabajo. ¿La técnica de elaboración es muy diferente al trabajo con hilos de otro material?
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La artesanía en crin es una cestería en miniatura -puntualiza la creadora chilena- y tiene los mismos principios que la realizada con otros materiales, como el mimbre y demás fibras vegetales. El tiempo que se emplea tampoco es demasiado diferente: elaborar cada pieza me lleva de cuatro horas para arriba y hasta dos días de labor dedicada. Pero eso no tiene en cuenta el tiempo de la preparación previa del material para que se pueda trabajar en la pieza.
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Pero la crin del caballo no es el único material ni el único tipo de artesanía que se elabora en Chile. También llegaron y se exhibieron en aquella última edición de la feria internacional colombiana, elaboraciones propias de la cultura mapuche, localizada mucho más al sur de Rari. Debe recordarse que esos pueblos originarios australes nunca pudieron ser controlados ni asimilados por el imperio español y, en tiempos de la república, Santiago también debió afrontar la resistencia ancestral durante medio siglo más, desde la independencia. ¿Cuáles otras expresiones culturales trajo Chile a Expoartesanías?
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Nos acompañaron muestras de la cultura aymara del norte chileno y además lo que se hace en el seno de las tradiciones mapuches -detalla Cortínez- entre ellas los textiles de Boquín, las “pilwas”, que son bolsas típicas y un tipo de cestería que está en proceso de extinción, que es la de los kawuéscars. Del norte trajimos textiles teñidos con tintes naturales, entre ellos los tapetes, y los “peleros” que es una tradición pehuenche, vale decir, indígena del interior de la cordillera. Los peleros se usaron para montar pero ahora son decorativos.
NANCY CORTÍNEZ
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La curiosidad lleva a imaginar que también las crines se matizan en sus tonalidades con combinaciones de color que no incluyen químicos industriales. ¿Cómo es eso de “artesanía única”, cuando se sabe que ese material del equino suele tener otros usos y aplicaciones?
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Hay otras formas de tejer con este material, es cierto -aclara Cortínez- pero no como lo hacemos nosotros. Esta manera de trabajarlo permite que el objeto se distinga como ornamento, sea muy colorido y durable. Es para toda la vida, el tiempo no lo dañará en su estructura ni alterará sus colores que, en efecto, se extraen de vegetales y no pasan por procesos industriales.
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Aparte de la herencia, la experiencia personal y la práctica de años, ¿qué la inspira para hacer estos objetos preciosos?
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Los estados de ánimo determinan todo en este hacer, como enfoque personal -reflexiona la artesana- de eso depende el vuelo del diseño y el color que llevará la pieza. En esto no hay nada previo y se avanza de acuerdo con el momento que se vive, no hay certezas, moldes ni patrón que guíen (aresprensa).
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