USA: EL VIRUS QUIZÁ DEFINA |
ACTUALIDAD // DOXA * // Publicado el 26 de octubre de 2020 // 18.30 horas, en Bogotá D.C.
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Fue una sorpresa de impacto que se esperaba, porque el enemigo potencial y universal lo hace en su “racionalidad ciega”, sin consideraciones ni estatura que se respete en los papeles y también en los golpes de opinión. Es un enemigo que elige desde los arcanos simbólicos, ayudado por el descuido probable y lo aleatorio del vivir. Elige en lo concreto y en el espanto que se niega pero ahí está. Así es el virus que golpeó con toda su fuerza a la Casa Blanca hace algo más de un mes, y no solo al desafiante presidente Donald Trump. Lo hizo en este tramo final de su campaña reeleccionista y en el momento en que las cosas no están claras -así siguen- en lo que hace a definiciones electorales posibles. Eso alentó suspicacias en el sentido de la posibilidad de que el contagio fuera parte de una estrategia que no sería extraña en un repentista como lo es el actual inquilino de la Casa Blanca. No es cierto que antes del hecho de que el presidente cayera afectado por la pandemia ya se pudiese asegurar que tenía perdida su apuesta para seguir al frente del timón. Después del tropezón de salud el panorama se mantiene confuso y las encuestas no arrojan aún certezas, y es probable que no puedan hacerlo antes de las elecciones ya muy cercanas. Un panorama de incertidumbres, con exhibición de nervios y pugnacidad, por el entorno incontrolable y por la misma voluntad caprichosa de los contendientes. Eso además de las contraofensivas presidenciales que alcanzan escenarios diversos, sin excluir a las plataformas tecnológicas por donde circula el mayor flujo de información planetaria.
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El presidente norteamericano pareció haber salido airoso del grave trance, gracias a un supuesto “coctel” -un mejunge llamado Regeneron- de medicamentos que se ensayan y seguirán en ese plan. Mientras tanto nadie intenta de nuevo el mencionar la “proximidad” esperada y buscada de una vacuna que le ponga límites a una tragedia que ya se llevó en el mundo más de un millón de vidas, en un lapso apenas superior a un semestre. Una peste universal que por ahora no muestra signos de frenarse con viabilidad de control humano. La vacuna, sin discusiones, sigue en espera. Eso golpea a Trump y a una parte importante de sus colaboradores -más de un decena- que además dice todo de la crisis tapada poco después por el torbellino electoral. Es la aludida confusión y la aprensión extendida de la que Estados Unidos no ha salido victorioso. Algo que pesa en las expectativas de reelección y, así, de vez en cuando y con acelerado cambio fino, lo indican las consultas que aparecen apretadas pero con ventaja para Biden, con leves alteraciones.
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Después del susto Trump reafirmó su talante en el retorno a la Casa Blanca y a la liza presidencial. Una manera de ser que nunca ha disminuido y que se redobla en la apuesta cuando las cosas no marchan bien. Eso es parte del espíritu histórico de los norteamericanos, pero no le garantiza al presidente la victoria que pretende a contrapelo del ahínco que se le reconoce. Sin embargo, cuando la mitología del perdedor en la mentalidad de los norteamericanos está más allá de toda medida y la autosuficiencia que acompaña esos imaginarios se supone que es parte del altar sobre el que construyeron su grandeza, el esfuerzo redoblado y el aire de invencibilidad que acompaña desde siempre al presidente suena bien a muchos de sus compatriotas. También es por eso que los pronósticos no pueden ser claros por ángulo alguno, pues la imagen del individuo invencible que soporta cualquier tipo de acoso e infortunio y es capaz de producirlo a sus rivales, resulta ser un perfil definidor del presidente en contienda y de la mentalidad señalada.
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Pero aquel episodio del virus golpeando pareciera ahora, en los días postreros de campaña, demasiado distante como para ser tenido en cuenta para las cuentas finales. Allí quedaron para la historia el desprecio hacia el tapabocas y las medidas de precaución. En cambio resalta la ineludible evocación de un Rambo impenetrable a la pandemia. La disputa con China y las acusaciones contra cualquier factor y protagonista sumado en su contra, siguen siendo parte del sensorium expuesto y las estrategias de Trump así como de sus desafíos renovados contra todo. La vacuna que doblegue al virus era otra de las cartas de triunfo eventual, pero ya es tarde para que el remedio haga su aparición y saque las papas de las llamas siempre intensas contra sus aspiraciones. Sí en cambio es la economía la que sigue apareciendo como la mejor variable de la opción reeleccionista, mientras el número de víctimas pandémicas no deja de crecer y el haber aparecido como un contribuyente que paga impuestos simbólicos también se atenúa como otro golpe asimilado.
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Los votantes de la geografía profunda, que son los del medio oeste, agregado al llamado Cinturón de sol **, en especial los conservadores, no culpan hasta ahora al presidente por los males que trajo a la economía el desarrollo e impacto del covid. Lo siguen considerando un hombre exitoso y victorioso en los riesgos que toma. Lo dicho: la evocación de Rambo y de Superman o del héroe justiciero, aunque marginal, de “Taxi Driver”. Algo que de forma permanente -debe reiterarse- es agradable al norteamericano medio, temeroso en lo colectivo ante las amenazas presuntas o reales de lo diferente frente a la seguridad y el poder acumulados desde el nacimiento del país. Para esa forma de mirar la realidad el fantasma del populismo, aunque sea de derecha, afecta al parecer solo al “débil” espíritu de algunos latinoamericanos. No obstante la inocultable recesión y un desempleo de dos dígitos que no cede, además del adelgazamiento de las ayudas federales a los desahuciados de la actividad laboral, Trump recoge aún mejores favores de opinión de lo que tuvieron en épocas previas quienes lo precedieron.
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Los electores ya han dado su decisión en el ignoto voto por correo y no hay evidencias que señalen que los debates hayan hecho cambiar la decisión tomada. Entre los que votarán, dicen los expertos, hay exceso de voto vergonzante: niegan a Trump si lo preguntan, pero igual lo votarán, aunque confesarlo suene impresentable. Aquellos aprensivos de la geografía profunda ya mencionada son los que definirán la apuesta en la decisión del voto indirecto, que sigue insondable, y que por mínima que sea la diferencia, esa que expresan las encuestas, arrastrará todos los votos. Trump no teme lo que se haga el día de la elección sino a lo que definan esos casi 15 millones de ciudadanos que a esta altura de la puja depositaron su voto por correo. Quedó apuntado que los actuales debates nada cambian y que casi no hay ahora demasiados indecisos en esta etapa de la contienda. No hay tal sufragante por el descrédito de la política y la sensación de que la voluntad del elector nada alterará en el sistema ni dará satisfacción a unos segmentos de la sociedad necesitados de ayudas y de estímulos (aresprensa).
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* La columna Doxa expone la posición editorial de la Agencia de prensa ARES
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** Los estados del Medio Oeste norteamericano son: Illinois, Indiana, Iowa, Michigan , Minnesota, Ohio, Wisconsin y Dakota del Norte. Todo el sur de los Estados Unidos conforma el llamado Cinturón del sol, desde California a Florida. Donald Trump ganó en 2016 al arrastrar al Colegio electoral el voto de Florida, Pensilvania, Michigan, Carolina del Norte, Wisconsin y Arizona, no obstante haber perdido en el voto directo.
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VÍNCULOS : GOLPE A LA SEGURIDAD
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