MEDELLÍN: AJUSTE DE CUENTAS CON LA MODA |
HEDONISMO // MODA // Publicado el 30 de julio de 2021 // 14.30 horas, en Bogotá D.C.
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En la víspera, jueves 29 de julio, se cerraron en Medellín las pasarelas y el resto de programación que por tres jornadas cubrieron lo previsto en el conjunto
de eventos que sumaron Colombiamoda y Colombiatex. Es la feria más importante de esta región sudamericana en el rubro del diseño, las tendencias del vestir y la industria que sostiene a esa oferta internacional.
El hito fue una expresión de optimismo y una manifestación de anhelo ante la tragedia mundial que ya parece ceder, pero que aún está ahí, al acecho. Fue por eso que la estrategia y los procedimientos
de los organizadores afinaron el cálculo ante los riesgos que no se han ido de la puerta de entrada, en tanto avanza el proceso de vacunación masiva en el país que alberga la muestra anual y tradicional.
No podían los organizadores darse el lujo de concentracciones masivas, no todavía, y el híbrido del desarrollo ferial con el apoyo de la tecnología para la participación a distancia, fue
la nota obvia de una celebración que articula en sistema a la creatividad, el celo por el cuidado del medio ambiente, el potencial indistrial y las destrezas comerciales. Esta edición atípica de la reconocida
feria del vestir, el atuendo complementario y la satisfacción personal tuvo, entre otros, como protagonistas a los locales Beatriz Camacho y Diego Guarnizo, junto con la peruana Annais Yucra y las ecuatorianas Paulina Anda y Cindy Castro. No fueron los únicos que, convocados a la cita, desplegaron sus creaciones. En buena medida los diseñadores acudieron
al relato reiterado de las raíces ancestrales representadas en las piezas desplegadas, aunque mediadas por la sofisticación que permiten la tecnología y la industria afín. No fue tanto como antes
lo realizado, aunque sí suficiente para el cruce de circunstancias.
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Aunque los antioqueños que tienen por capital a Medellín ostentan un alto sentido de lo positivo regional y de localía, que se define como el espíritu «paisa»
en tanto gentilicio que los identifica, lo cierto es que nunca han renunciado a vincularse con el mundo y hacer cristal aquello de que es posible e insoslayable vincular lo parroquial con lo universal. El llamado del terruño
no puede ignorar al mundo. Esa síntesis la hizo alguna vez en literatura Dostoievsky y la sintetizó el sociólogo brasileño Renato Ortiz como «glocalización». Es decir, la unión
positiva de lo global y lo local. En lo puntual esa comprensión se explica con la fuerte presencia internacional de invitados y compradores que han tenido siempre en cuenta los organizadores de estos encuentros, que
ya superaron las tres décadas de vigencia permanente. Para la presente edición de la feria conjunta -que en tiempos normales se celebran por separado en el tiempo, una en el inicio y otra al promediar el año-
se acomodaron en el escenario amplio de la Plaza Mayor, en el centro de Medellín, cuatro centenas de expositores extranjeros, representativos de cinco países de la región. Tampoco fueron tantos como se
vio en anteriores ocasiones, pero justificaron el esfuerzo del despliegue organizativo.
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En general, tanto en las muestras de pasarela como las visitas del exterior, no hubo diferencias notables -salvo en el volumen de afluencia tanto en invitados como en visitantes del
patio propio- con lo que ocurría en los tiempos normales. El poder decir, «aquí estamos, seguimos y mantenemos en alto las banderas virtuosas de la creación, la producción y la creatividad»,
resulta una metáfora imaginada que en realidad expresa: «estamos vivos y resistiremos, tal como resistimos durante un año y medio». Eso dice en lo simbólico lo ocurrido en Medellín en
esta semana. Demasiado importante como para subrayar esto de sacar la cabeza ante las cifras de más de 100 mil fallecidos por la peste, y el desahucio en el periodo pandémico de centenares de miles de pequeñas
y medianas empresas, las que quedaron por fuera de competencia debido a las cuarentenas, restricciones justificadas en la virulencia de los picos de contagios y caída de las cotas de consumo e inflexión en las
condiciones de la clase media. Ese sector social que es el gran consumidor de los productos que produce la industria vinculada con el vestir y el diseño. Muchos de los industriales productores para las firmas conocidas
en la moda colombiana son pequeños y sacrificados confeccionistas.
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Tampoco cambió en la línea de programación el espacio académico dedicado a reflexionar y actualizar sobre tendencias, alteraciones y percepciones sobre las
ondas que vinculan lo estético tanto como lo tecnológico atinente con la industria y la propuesta creativa. Hubo 15 conferencias al respecto, en el llamado Pabellón del conocimiento, que en la proyección
de conjunto -propuestas concretas de los creadores y temas de reflexión- tocaron tópicos de coyuntura como el de la autoafirmación de género con énfasis y la mujer y la protección
del ambiente. Este último como aspecto recurrente, sobre todo si se tiene en cuenta que la industria textil ha sido señalada como uno de los grandes factores de contaminación. Vale señalar que
Diego Guarnizo pretendió en su pasarela dar un mensaje en contra de la violencia contra la mujer, bajo el sugestivo llamado de «Mira de nuevo». Una propuesta que se hizo con el respado de la Fundación
Avon, para invitar a realizar una reconfiguración de las relaciones sociales y familiares, afectadas por diversas formas de violencia en las que niñas y mujeres suelen ser las víctimas más frecuentes.
El diseñador hizo manifiesto ese propósito limítrofe con lo político, el cual también pretendió levantar la pancarta por el cuidado del entorno, con el uso de materiales orgánicos
y el aporte de artesanos.
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En efecto, Guarnizo acudió a la convergencia colaborativa con tejidos de pueblos ancestrales, como los emberas y figuras de mariposas hechas con crines de caballo, originadas
en trabajo artesanal. El núcleo central de quienes estuvieron enlistados para las exhibiciones con aforo limitado, contó con otros segmentos de invitados consagrados, como Silvia Tcherassi, Johanna Ortiz y Beatriz
Camacho. Esta última creadora presentó su colección «Flor de sal» con evocación en la naturaleza y la esperanza. También estuvo allí Juan Pablo Socarrás, quien compartió
espacio con su apuesta afirmada, al igual que casi todos sus colegas presentes, en el llamado del respeto a la sotenibilidad ambiental y de las tradiciones culturales. Estos, sumados a los vecinos llegados de la zona andina,
conformaron el bloque que tuvo ausencia de creadores de otras partes del mundo, tal como ocurría de forma habitual cuando las cosas marchaban por carriles sin estados alterados.. Pero ha sido suficiente, por ahora.
Lo necesario como para afirmar que la moda es algo más que el atuendo y está presente para contar historias y reflejar como texto social un estado singular de la cultura, en un momento específico de la
historia de una sociedad. Algo así trataron de enviar como mensaje los organizadores, con éxito relativo.
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Hacer evidente el soporte antropológico de lo que es la moda, con ese «algo más», resulta lógico en coyuntura y necesidad. Es por eso que lo realizado
por Inexmoda en Medellín, aparece como una suerte de ajuste de cuentas con la tragedia colectiva que se ha vivido y se vive. Sobre todo si se tiene en cuenta que es Colombia uno de los países de la región
que mayor impacto ha sufrido con la pandemia, a lo que se suman las recientes alteraciones de orden público que trataron de poner en suspenso el orden institucional y la misma democracia del país, que sigue amenazada
por vectores disolventes de violencia y subversión, junto con otros desbalances sociales. Lo hecho en esta convocatoria de los paisas, en representación del país, es un ajuste de cuentas que contrapuso
el optimismo en el futuro de sus fuerzas creativas y productivas frente a quienes han pretendido imponer la nefasta variante de la disolución. En efecto, la moda como expresión cultural tiene una tradición
de más de cuatro siglos en Occidente y, aunque no es disruptiva como lo son las artes visuales, sí expresa las maneras como las sociedades perciben el mundo y define a lo que aspiran con el hedonismo que es básico
y propio de la Modernidad, en tanto visión. de mundo. Los tiempos han dejado atrás la moda centenaria y abierta. Ahora las clases medias consumen moda desde la aparición masiva y sin rubor del «listo para llevar», y vestir (aresprensa).
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VÍNCULO : PIERRE CARDIN, EL ÚLTIMO GRANDE
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