ENRIQUE PATIÑO: LEER IMPUGNA AL ENGAÑO
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ENRIQUE PATIÑO: LEER IMPUGNA AL ENGAÑO

El escritor colombiano Enrique Patiño es otro profesional de las letras que hizo su tránsito desde el periodismo hasta la literatura a secas. No ha sido el único, entre otros lo precedieron Saramago y García Márquez, como referencia que no significa otra cosa más que eso. Es oriundo del Caribe, al igual que el autor de quien todos se enorgullecen, y una de sus obras trata del drama reiterado en Colombia sobre las personas desaparecidas. En efecto, su hermana se encuentra situación de agonía inacabable para su familia desde hace 26 años.  Quien era por entonces una joven se llama Clara, en presente, nunca en pasado porque esa agonía señalada que es la ausencia sin fin no necesariamente significa la muerte irreparable. Patiño dialogó con esta Agencia sobre el ejercicio del oficio literario y algunas de sus obras.   Entre ellas, “Mariposas verdes”, una historia que narra otra situación trágica en la vida interrumpida de un joven suicida. También se refirió a “La Sed” una obra en la que se aborda el drama del medio ambiente y del planeta acorralado, en clave de ficción. El creador es enfático al señalar que el leer le cierra la puerta al engaño pues afina el criterio para rechazar la mentira.

Entrevista: Martha Liliana ROMERO

Patiño desgrana su reflexión sobre el oficio de escribir haciendo alusión en primer término a sus inicios cuando, como es obvio, la confusión cubría casi toda la visión sobre qué hacer en la vida. ¿Cómo se corrió el velo?

Leía mucho, pero no hubo estímulos para empezar a escribir y supuse que eso seguiría siempre así -señala el autor- pero desde que residí en el exterior entendí que la soledad y los cambios me habían impulsado a considerar el escribir como una forma de compañía. A partir de esa experiencia seguí adelante con distinta fortuna, pero jamás con desánimo.

En tal sentido, entonces, podría decirse que si el leer transforma a la personas, el escribir también. ¿Cómo lo transformó el aplicarse a la práctica de convertir su pensamiento  en letra?

Considero que, en lo básico, elegí el camino de sanar a través de las palabras y pretendo que esa posibilidad le aporte al país -argumenta el creador- como una manera de luchar contra la injusticia y aunque en ese empeño se cometan errores es necesario seguir haciendo camino en tal dirección.  

Ponerse a hacer libros requiere de un punto de partida que es para nada fácil de precisar. Luego, se debe emprender otra cuesta que puede ser interminable y tan empinada como para imaginar que quizá sea mejor apartarse del intento: es la de construir la estructura de una obra. ¿Cómo construye sus historias?

Parto de una idea germinal que puede estar por ahí dando vueltas durante años -describe Patiño- luego, en un momento no planeado y a veces ni siquiera imaginado, comienzo a escribirlas porque advierto que ya son ideas y relaciones maduras sobre el texto posible. Eso de la madurez incluye lo básico de la trama, la que así como el texto se va reescribiendo a medida que se avanza.  

Pero un escritor no arranca de la nada en el oficio y aunque se rechace la influencia de otros, en especial los consagrados, es indudable que esa referencia es ineludible para elaborar un lenguaje propio, aquello que define y afirma la soledad irredimible de quien se dedica a proponer con las letras. ¿Quiénes son esas referencias de Patiño?

Uno es el sudafricano J.M. Coetzee, también costeños como Germán Espinosa, para mí uno de los grandes, precisa el escritor nacido de Santa Marta.

Un cierto mesianismo acompaña el camino de aquel que se encamina por la literatura. Es inevitable suponer que lo que se hace en ese escenario deja una huella y el escritor suele sentirse autorizado, sin más, a “generar conciencia”. Podría decirse entonces, haciendo una paráfrasis con Napoleón, que en la mochila de todo escritor está el bastón de mariscal de un Borges o un García Márquez. O al menos a eso se aspira. Pero, ¿cuál es el reto que se plantea para este autor en el momento de trazar su arquitectura en letra?

Un primer paso es no repetirme y trazar una diferencia en lo múltiple de las posibilidades que se plantean. Soy un escritor que pretende narrar una realidad a la vista, pero que se puede contar de manera diferente, señala Patiño con calma evidente ante la desmesura de su propio desafío.    

Uno de sus libros, “La Sed”, ha tenido una notable inserción social, en particular en el ámbito educativo. En sus líneas se aborda la sin salida de los límites del planeta en lo que hace al uso de sus recursos, sobre todo del agua. Pero no es solo eso, ¿podría considerarse un trabajo disruptivo en lo personal?

En ese escrito, que me llevó mucho esfuerzo, quise afirmar la ficción y trazar una línea divisoria con el hacer del periodismo que es parte de mi historia -advierte el escritor con firmeza- pude de esa manera volar, fluir, para tratar una catástrofe que ya tenemos encima y nos condiciona como país.  

El libro se convirtió en una herramienta de lectura básica en las escuelas colombianas. ¿Fue esa la intención?

Para nada, pero me agrada que los profesores la utilicen en su labor pedagógica, pues puede aportar al cambio de pensamiento que es insoslayable para las generaciones que siguen en lo que hace al uso del agua, indica Patiño.

Ese libro ya tiene en su haber varias ediciones, que se han sumado a títulos como el reciente “Mariposas verdes”, prologado por el cineasta Gustavo Nieto Roa y adaptado para el cine. También están en la lista “Ni un paso atrás” y “Cuando Clara desapareció”. Este último aborda el drama familiar y personal, que lo compromete. ¿Hay un mensura posible para una tragedia semejante?

Era necesario hacer un cierre simbólico con lo que pasó hace casi 30 años en mi ciudad, Santa Marta, tratando de entender lo que nadie pudo explicar hasta hoy sobre el destino de Clara -desgrana el protagonista- con dos enfoques: el íntimo y el familiar. Aunque también es una mirada sobre la historia del país en que nos tocó vivir.

La obra sobre las mariposas trata de otro traumatismo social vigente, que es el de la exclusión por razones de género y narra de la decisión de un joven en acabar con su vida por el rechazo, y la marginación de la que fue víctima debido a su opción vital  (aresprensa).