ECUADOR: VUELVEN LOS SIN VERGÜENZA |
ACTUALIDAD // Publicado el 28 de febrero de 2021 // 22.00 horas, en Bogotá D.C.
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Se impusieron en las elecciones ecuatorianas del primer domingo de febrero los mismos que ya sovietizaron a Cuba, destruyeron a Venezuela y a Nicaragua, al tiempo que van por el mismo camino en la Argentina. Los acompañarán en el segundo pulso que se anuncia, aquellos que también han sido señalados por ser parte de estructuras de corrupción tradicional. Los primeros son seguidores de Rafael Correa, ahora con la máscara al frente de un tal Andrés Arauz. Los otros siguen al banquero y político tradicional Guillermo Lasso. Aquellos, los mesiánicos, siguen lineamientos ya ensayados en el hundimiento de los países que estuvieron bajo su control. Esto, después de ensayar los caminos alternos que se trazaron desde el Foro de Sao Paulo, hace tres décadas, para el asalto al poder en la región. Ha corrido mucha agua sucia bajo el puente desde que se inició el ensayo de las líneas maestras paulistas, dirigidas a cooptar a las instituciones democráticas valiéndose del uso de la leninista “combinación de todas las formas de lucha”. Aquella variación de sovietismo tropical trazada en la urbe brasileña, con choza mental incluida, sigue circulando como pandemia en la región. La visión de desagüe con contenido servido sigue corriendo bajo la batuta de los aludidos mesiánicos del cambio social. Los mismos que al tiempo generan los desastres que persisten bajo su control y con el mismo edulcurado y autoritario signo ideológico.
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En este año hay elecciones presidenciales de máximo riesgo para el continente en un panorama enrarecido por un peso trágico agregado: el virus. El Ecuador es el primero del año en elegir presidente constitucional y luego vienen Nicaragua y el Perú. Las tres decisiones de la urnas definirán el rumbo de lo que viene para los próximos años en la amplia zona latinoamericana. Fueron 16 los binomios iniciales que en definitiva se presentaron a la liza presidencial ecuatoriana. Las opciones eventuales indicaban que apenas tres disputaban el favoritismo del electorado, uno de ellos como representante de las comunidades indígenas, tan importantes en el diminuto país andino. Eso fue lo que resultó en aquel domingo. En la penumbra relativa de lo que sucede en Ecuador está Rafael Correa. El ex mandatario sigue en esa línea, similar en consecuencias y motivos a lo ocurrido con Luiz Inácio Lula da Silva y los Kirchner, al igual que con la dictadura criminal de Caracas, sin que sean los únicos de la saga.
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Juega ahora primero en la línea de largada prevista para abril el candidato designado a dedo por el ex presidente Rafael Correa. Es así luego de que ya se ha definido el oponente que lo siguió en el cotejo electoral que obliga a una segunda vuelta, la cual promete ser reñida, aunque con un marcado favoritismo de encuestas y resultados para la fracción cercana a los bolivarianos que representan Arauz y Correa. Este último es, en la suma, un ex presidente que afronta decisiones judiciales por corrupción. De igual forma como ocurre con la mayoría de quienes gobernaron en Iberoamérica en los últimos años con esa visión de mundo, a veces delirante en sus apuestas políticas y de transformación del Estado y la sociedad. Para poder acomodarse como segundos en el partidor estaban los oponentes que por escaso margen seguían en la puja: el liberal de afinidad cristiana, Guillermo Lasso y el representante de las comunidades originarias, quien hizo pie ancho en las aspiraciones por alcanzar la posibilidad de seguir en carrera.
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Se trata de Yaku Pérez, quien representó al movimiento Pachakutic. Esta corriente de pensamiento con raíces en la visión de los pueblos originarios -o eso debería suponerse- mantiene una posición ecológica radical, opuesta en general a las industrias extractivas y en especial a la explotación petrolera, la que durante las décadas pasadas le permitió a Ecuador equilibrar sus cuentas, al costo de graves daños ecológicos, sobre todo en la zona amazónica. Pero con la caída de los precios internacionales del hidrocarburo, el país quedó en aprietos y con el agravante de un pesado endeudamiento para enjugar la crisis y las costosas obras de infraestructura que aliviaron el peso negativo en la imagen de Correa. Imagen afectada, como quedó dicho, por los señalamientos de escandalosa corrupción y de golpear sin prisa ni pausa las libertades básicas de una democracia. Entre ellas la libertad de expresión. Correa respondió de forma desafiante y autoritaria tanto a las acusaciones como a los procesos judiciales y los negó, con poco acierto.
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La consecuencia fue el no poder evitar que su sucesor y vicepresidente, el aún mandatario en ejercicio Lenin Moreno, cambiara de manera diametral el rumbo de la administración y se desmarcara de igual forma de la sombra del bolivariano. El ahora victorioso ex presidente, en penumbra relativa, augura la persistencia de la crisis institucional con estallido en parcial marcha. Cualquiera sea el rumbo que tome el país, en especial si quien gana la presidencia es el candidato Arauz como máscara del correísmo, se estima que se precipitará un tiempo de inevitable perturbación. Por lo pronto, el escaso margen de votos que separó a quienes aspiraban a disputar la presidencia desde el segundo renglón de favoritismo, hizo disparar la inquietud del Pachakutic sobre el eventual fraude, sospecha fortalecida con los ires y venires del Consejo Nacional que legitima el proceso. Los indígenas marcharon hacia la capital del país de manera pacífica, pero en guardia y con amenazas de agitación amplia, al tiempo que en las cárceles se precipitan los motines.
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Los indígenas se movilizaron ante la presunción, para ellos certera, del montaje de una trampa para impedir la participación de su candidato con el valido Arauz. Ellos rechazan el pasado de Correa, al tiempo que puntualizan que el candidato conservador tampoco resiste el señalamiento de corrupción estructural que acompañaría a su figura en términos históricos. El banquero Lasso de extracción social cristiana y de centro derecha, disputa por tercera ocasión su opción presidencial. Pérez llegó a la disputa inicial luego de cambiar su nombre de pila (Carlos Ranulfo) por uno de raíz indígena que significa “agua de monte”. Logró para su causa un sorprendente ascenso electoral que le permitió arañar primero y consolidar después por un apretado margen, la posibilidad de disputar la presidencia del país con quien hubiese podido ser un par ideológico, pero que como movimiento de pueblos ancestrales tuvo una fuerte confrontación con Rafael Correa durante su accidentado mandato. Pero los números no dieron y Pachakutic quedó relegado al tercer lugar. Al menos eso es lo que dijeron las autoridades electorales.
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Los impugnadores indígenas, aliados en el primer tiempo de la gestión Correa, pasaron luego a una oposición frontal que no ha cambiado en su verticalidad. El ex mandatario que ahora vuelve al juego entre bambalinas, pero a la vista de todos, disfrutó de una parte de la bonanza petrolera y después debió afrontar los tiempos de flaqueza, con alto costo político e institucional. Eso además de quedar golpeado por el señalamiento, juicio y condena por corrupción, tal como también ha ocurrido con otros presidentes del patio sudamericano con el mismo sesgo. Parece ser una matriz cultural incorregible eso de intentar la censura autoritaria frente a las acusaciones de quienes descubren el mal manejo de los recursos que ejecutan quienes en el discurso defienden a los menos favorecidos. Los mismos que terminan untados y enriquecidos en las redes estructurales de la corrupción, que no es solo un estigma que esté circunscrito a quienes enarbolan relatos impugnadores contra el sistema democrático vigente.
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Correa movió los hilos para que quien fue su ministro de Cultura y Patrimonio, le permita un eventual regreso al primer plano local e internacional aunque en cuerpo ajeno. Tres semanas después del primer pulso la situación en Ecuador sigue confusa, luego de que el Consejo Nacional electoral puso obstáculos al recuento de los votos y dejó por unos días en ascuas a los dos opcionados al segundo lugar y al derecho a dilucidar el otro pulso definitorio del 11 de abril. Una fecha trascendental para Sudamérica pues ese mismo día habrá elecciones presidenciales en el vecino Perú. Un índice que señala el nivel de incertidumbre en Ecuador es la brusca subida del “riesgo país” ecuatoriano que pegó un salto de 73 puntos en los días siguientes al primer acto electoral. Ese rango dice de un escandaloso nivel de 1263 puntos, más de 300 por encima de la marca de fines del año pasado. El “riesgo país” señala la eventualidad de que un estado deje de cumplir con sus obligaciones internacionales (aresprensa).
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