DILEMA DE HIERRO Y PULMON |
El riesgo de colapso y desborde de las previsiones en salud sigue creciendo en Colombia y es más insistente en el horizonte desde hace pocos días. Las acciones y precauciones al respecto, tanto nacionales como locales para demorar la cuesta que se hace en la sumatoria de casos, se pusieron en escena aunque no podría decirse que haya habido resultados más negativos de los ya esperados. La curva en ascenso fue incontenible en las últimas semanas luego de casi cuatro meses de crecimiento sin interrupción. También como se había previsto ese crecimiento fue geométrico y en definitiva busca escapar a cualquier pretensión de contención. El encontronazo en Colombia por las cifras de contagio y los indicadores restantes en lo que hace a fatalidad: muertes y carencia de salas, equipos y personal capacitado para atender la emergencia, siguen amenazando. Además, aún están también ahí como amenaza las dos ópticas diferenciadas en lo que hace al balance entre apertura de la actividad económica y el aislamiento entre lo aboluto y lo relativo. Esa situación sigue una dialéctica vigente entre la jefa de la principal ciudad del país y el gobierno central. Aunque en el caso regional no es la única diferencia de criterios. Tal fisura se abrió de manera traumática y se reacomodó en el peor momento de la curva, las consecuencias políticas, entre otras al respecto, aún no alcanzan a tomar una dimensión certera.
Escribe: Rubén HIDALGO
Pudieron ser más graves los hechos y su deriva, pero la prudencia tomó la palabra aunque no esté todo dicho. Así como también es complejo el conjunto de situaciones que afrontan las autoridades y, sobre todo, la población que sufre lo peor del impacto. La alcaldesa de Bogotá, Claudia López, tomó la vía de proteger la vida antes que alentar el necesario estímulo a una golpeada economía en retroceso. El gobierno central alerta y señala que el derrumbe de la producción y el consumo está impactando tan fuerte como las consecuencias directas del ataque del virus incontrolable. El sistema hospitalario se mueve en la frontera del colapso en lo que hace al horizonte planeado para atender los casos más graves entre los infectados, por el aumento también en ascenso de los casos más graves: aquellos que necesitan respiradores como ineludible opción de vida. Pero al margen de contradicciones el sistema ha respondido, para evitar que se presenten las patéticas escenas vistas en New York, Madrid, Guayaquil, Lima y Manaus.
Aunque debe señalarse que las contradicciones de alto nivel también le hacen daño a una economía temblorosa en lo que sobrevive, porque hay un resto que ya anunció haber quedado en inercia definitiva. Esa última curva también seguirá en aumento y nadie se hace ilusiones en sentido contrario. El desempleo ya alcanza un 20 por ciento de la población activa. Las cuarentenas totales son funestas para la economía y de resultado esquivo en lo que hace a la curva fatal, estimulada por quienes hacen caso omiso a las restricciones y se comprometen en dinámicas de alto riesgo. Así han sido, y son, las celebraciones clandestinas amarradas a un hedonismo con frecuencia primario que no atiende llamados de atención y obliga, como ha ocurrido, a la penalización. Pero ese es solo un detalle entre contradicciones mayores. La polémica que generó la propuesta del alcalde de Medellín de llamar a Cuba en auxilio de la ciudad, con sus famosas misiones médicas, generó una repulsa generalizada e inmediata.
El rechazo provino no solo de los sectores políticos que se erizan con cualquier cosa que provenga de la Isla, sino de los mismos colegios médicos que sostienen que el país cafetero tiene recurso humano preparado y suficiente como para atender las demandas que impone el virus. Es cierto que no aparece demasiada coordinación en la mirada, las propuestas de solución en coyuntura, y las medidas concretas además de alternativas en los cuatro meses de crisis de salud pública. Pero eso se entiende. No solo existen diferencias políticas entre el gobierno nacional y los locales sino que esas diferencias se protagonizan en un país que ya viene polarizado desde hace mucho tiempo y en un ambiente que no tiende a cerrar fisuras. Lo grave es que cuando esas diferencias se muestran durante un drama que no hace distingos de partido, edad ni diferencia social, el rumbo que se tome puede implicar mayores amenazas y peores consecuencias.
Sin embargo y al margen de esos antecedentes, hasta ahora las cosas no le han salido tan mal al Estado en su conjunto. Luego de la cuarentena total ordenada hace cuatro meses, la alternatividad de las restricciones para dar un respiro recortado a la economía se pudieron cambiar, al menos de manera parcial, los ánimos y la esperanza con optimismo también restringido en el sentido de que el drama se atenúe en algún momento del futuro próximo. Optimismo restringido porque la esperada vacuna aún está en proceso de laboratorio y la prueba empírica en varios centros científicos del mundo todavía no se cierra. Los anuncios dicen que todavía quedan varios pasos necesarios para que esta posibilidad esté en el mercado y a disposición de todos. Mientras en Colombia se mantienen las curvas en crecimiento la alarma no se atenúa, pero en términos discretos la manera como se han manejado las diferentes etapas de control colectivo muestran resultados con cifras fatales y en cuidado intensivo inferiores a otros países de la región.
En Bogotá los índices de contagio en las zonas donde se han impuesto restricciones acotadas de tránsito y actividad muestran bajas relevantes en cifras promedio, sobre la rata que señala la gravedad de la situación. El número de tránsito de contagio en esos sectores no ha superado el primer dígito por persona, que resultaría positivo términos de adecuado manejo. Ya se superó la primera quincena de restricciones y en el momento ese ritmo se trasladó a otros puntos de la metrópoli. Sin embargo se mantienen las quejas por problemas logísticos y respuesta en lo que hace a los resultados de las pruebas, por ello aún no hay victorias estratégicas. Se está transitando el peor momento de la crisis y el dilema sigue siendo ese delicado balance entre la necesidad de hacer salvataje con la economía o del pulmón de aquellos que tienen riesgo de contagio. El nivel de letalidad sigue también siendo bajo, como es alto el de recuperación de aquellos contagiados que le hicieron quite a la fatalidad.
Las demoras reales en la disponibilidad de la vacuna -quizá hasta un año- junto con los números y pronósticos de catástrofe para la economía no son menores. Es por eso que el dilema entre el hierro de la caja registradora y el pulmón que no puede impedir la asfixia en la sala de urgencias, se mantendrá por un tiempo prolongado. Estos 4 meses de paralización es apenas el ingreso al escenario ya activo del drama. Datos proporcionados por fuentes de máxima credibilidad como lo son los gremios económicos y los centros de investigación de algunos bancos, estiman que la caída del Pib colombiano para este año estará entre el 6 y el 8 por ciento, redondeando decimales. Pero entre ellos ese panorama podría ser más pesimista si la crisis se prolonga, como se cree. En el marco macro debe agregarse que ya los brasileños suspendieron celebraciones de fin de año en las playas, en tanto que el Carnaval de Río se suspendió de manera indefinida. Son esos unos eventos que están a una distancia de entre 5 y 8 meses. Ese es el panorama concreto, por ahora (aresprensa).