BFW 23: TRADICIÓN, ARTESANÍA Y MODERNIDAD
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HEDONISMO  //  MODA  //  Publicado el 13 mayo de 2023  //  18.00 hs., en Bogotá D.C.

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Ayer viernes 12 de mayo, se cerró la sexta edición del Bogotá Fashion week con una programación que incluyó a 14 pasarelas y 6 desfiles paralelos, separados en 11 categorías. Más de un centenar de marcas estuvieron visibles en el acontecimiento anual que respalda la Cámara de Comercio de la capital andina. La programación abierta se inició el pasado miércoles 10 y tuvo tres jornadas plenas, a lo que debe sumarse la inauguración del martes por la noche. La parte medular de lo previsto se desarrolló en el área de Ágora, centro de convenciones que forma parte del espacio ferial localizado en el noroccidente de la urbe. La agenda, además de los desfiles y exposición de diseños, incluyó los segmentos de formación y actualización, junto con las citas de negocios insoslayables en este tipo de encuentros. Llama la atención este agregado de los desfiles independientes y podría ser una señal de fortalecimiento de esta semana del fashion en la capital cafetera. La política en la que se enmarca la convergencia cerrada anoche es la promoción “circulación y comercialización del diseño independiente local, a través del fortalecimiento de las marcas participantes” [las que dijeron sí a la convocatoria] … esto además del acercamiento de los públicos a lo que producen sus empresarios, según la información oficial.

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El evento inaugural estuvo a cargo de Cubel, la marca de Humberto Cubides, con su colección Serankwa. La propuesta fue un llamado de retorno al origen que sigue presente como corriente romántica en evocación ligada a lo artesanal y en alusión a las técnicas de tejidos y bordados que se articulan con el trabajo de gente del altiplano, donde se encuentran Bogotá y localidades de memoria típica. También participaron de esta propuesta tejedoras de Barbosa, localidad ubicada en el departamento de Santander, en el norte del país. Después de lo hecho por Cubides, se mostró lo realizado por Della Terra, con su presentación que se hizo bajo el nombre de Criaturas de la tierra. En esta otra vista el recurso argumentativo es bien curioso: “…historias de rebeldes y revolucionarios que entienden la moda como una decisión política para derribar paradigmas”. Curioso argumento que bien podría ser todo lo contrario: los cabezas de termo antisistema de Iberoamérica crean un icono con desprecio del mercado y sobre todo la moda. Luego el mercado lo reproduce desde una foto y lo convierte en una prenda o un afiche, como se hizo con Ernesto Guevara de la Serna, más conocido como “Che”.

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El trabajo de los Della Terra apareció como un colectivo sostenible apoyado por nombres como Paréntesis, Religare y Sientochenta. En esa primera jornada posterior a la apertura que protagonizó Cubides, aparecieron Sug-Urbano, Laura Aparicio, Pinkfilosofy y Maz Manuela Álvarez. Los primeros llegaron con una oferta estética bajo la denominación de Renacer, también con una mirada histórica articulada con los horizontes que se buscan en el presente y futuro inmediato. Por su lado, Aparicio apostó con su colección Florescencia, que pretende articular el empoderamiento vigente de la mujer con un subrayado de “salvaje” aunque vinculado con el verde de la naturaleza que es propio de lo territorial del país, sin omitir los desiertos que también son parte de lo propio. Manuela Álvarez (MAZ), en asocio con Artesanías de Cundinamarca (Manar), acudieron al inagotable recurso de la tradición estética que pervive en las artesanías para hacer otra propuesta -otra más- evocativa. Lo que llevó a pasarela Pinkfilosofy acudió al recurso renovado que es reconocido en ellos: colores frescos adecuados a temperaturas veraniegas.

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Pero eso no fue lo único que propusieron los de la “filosofía rosa”, los colores de la descripción previa aparecieron mezclados con azules cobalto y rojos, que no dejan de lado al color maldito para los artistas, el verde. Un color que, no obstante, representa parte de lo esencial del país en sus paisajes de selva y montaña. En la segunda jornada desplegaron sus ofertas integradas los del Colectivo Emergentes, compuesto por Andrea Saieh, Proyect Adamo, Tarpui, Tejidos Rebencá y Zorro Gris. En línea, desplegaron desfile Cala de la Cruz, Camilo Franco y Andrea Landa.  Saieh apareció con su línea de prendas Manhattan, en solitario frente a quienes acuden a lo tradicional. La diseñadora apostó a la modernidad como relato universal y con lo que tiene como fetiche la capital del mundo, New York. Allí aparece una mujer contemporánea empoderada, de mundo y sofisticada. Aquel relato como posibilidad deseada apareció en imagen con Audrey Hepburn, en los inicios de los años 60 de la centuria pasada, en la película de culto “Breakfast at Tiffany´s” y en la banda sonora de Henry Macini, “Moon river”. Por tanto, tampoco aquí se hizo omisión a lo evocativo posible.

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Después de Saieh y sus cercanos apareció lo que llevó Cala de la Cruz bajo el brazo: un paso imaginado sobre una isla paradisíaca, que se supone enclava en el trópico, para articular la narrativa en los colores de prendas pinceladas por atardeceres con el agua de un mar turquesa y palmeras agitadas. Más adelante hicieron presencia Camilo Franco y Andrea Landa. El primero con su colección “Faith & devotion” hizo opción de género con modelos andróginos dentro de una línea sartorial. Palabreja esta poco conocida fuera del trabajo de la moda en perspectiva estética. El vocablo no significa otra cosa que una referencia enfática a la tradición y el estilo de la cultura italiana en este ámbito del hacer más y mejor que es propio de lo peninsular, porque una sartoria es una sastrería y nada más. Por su lado Landa, presentó su colección Zingara (vocablo que significa “gitana”, también en italiano); en alusión al andar trotamundo del pueblo rom. También aquí pesaron las raíces, que dicen más para el presente que sobre el pasado, afirmadas en aquellos que no olvidan el origen y resisten en sus acervos libertarios no obstante la presión de la trashumancia.  

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La tercera jornada, final, estuvo determinada por el desfile de cierre de Jorge Duque, un diseñador con el suficiente recorrido como para tenerlo en la lista de consagrados. Antes de ese broche pasaron por el examen de la pasarela el conjunto de Saudade de você, Mola mola y Mío coral. A estos se sumó A Modo mio, Atelier crump y Waimari. Los que abrieron presentaciones, bajo nombre de raigambre brasileña, pusieron en escena su nueva colección también con leyenda lusa de salida: La Verdadeira. No obstante que en correcto portugués se debió decir A Verdadeira, lo presentado en colección mostró un mix de colores brillantes en piezas que son reconocidas de este centro de propuestas. Las prendas para experiencia de playa fueron después el plato que ofreció Mola mola con su colección Beach club. También desfilaron los ítalo aficionados de A Modo mio, con la secuencia de piezas que se reconoció bajo el nombre de Cambio de piel, en tanto que Mio coral hizo un vintage de los años 40 con La Sirène, que aspira establecer el vínculo entre la mujer y el mar. Antes de que apareciera Jorge Duque expusieron Waimari y Atelier crump (aresprensa).

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VÍNCULO : SARA & FLORA, UN RENACER

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