ARTBO 2022, EN PLENO
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PATRIMONIOS CULTURALES  // ARTES VISUALES  // Publicado el 15 de noviembre de 2022  //  16.20 horas, en Bogotá D.C

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El último domingo de octubre, en Bogotá, se clausuró Artbo luego de 4 días de apertura al público, en tanto gran fiesta internacional de las artes visuales, ya tradicional de la capital andina. Lo hizo como gran reapertura presencial, luego de la pausa impuesta por la plaga. Fue de nuevo la versión en situación que se impuso luego de dos años restringidos y limitados al espacio virtual. El impacto de la peste ya pareciera para algunos tan lejano como irrepetible ante otros riesgos globales que acechan. Es por ello que eventos como este tienden a dejar ese traumático pasado cercano más atrás, pues el arte también suele ser un ritual por la exaltación de la vida. Fueron dos años de confinamiento entre 2020 y este 2022 que agoniza.  Para la ocasión resulta oportuno señalar que no es lo mismo el contacto directo con la obra que la distancia acotada por la pantalla, aunque ella juegue también como nueva protagonista de las propuestas en este tipo de manifestaciones de la cultura, a veces de élite y en parte de masas. En todo caso la tecnología ayudó para que el bache impuesto por el azote del virus no hubiese sido más traumático, tanto para artistas como para los organizadores, galeristas, especialistas y el público que demanda este tipo de propuestas que, para el caso, está  a cargo de la Cámara de Comercio de la metrópoli anfitriona.

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Los organizadores afirmaron, luego del cierre, que asistieron a la convocatoria 51 galerías, en buen porcentaje extranjeras tal como siempre ha sido. Fue Brasil con su gigantismo también estético, el país que tuvo mayor representación, después del dueño de casa.  Algunos de los grandes artistas locales que jugaron en su propio patio son bien reconocidos y con variada nombradía. Entre ellos estuvieron Jorge Riveros, Pedro Ruiz y Olga Amaral, quienes no necesitan desde hace mucho una presentación extensa de sus obras y dilatada trayectoria. Entre las entidades extranjeras aparecieron en lista la galería Newchild,  de Bélgica, con artistas como Ella McVeigh y Brittney Leeanne Williams. Estos estuvieron en la llamada Sección principal y además de los nombrados llegaron también a la muestra nombres de salas como Athena de Brasil, Factoría Santa Rosa, de Chile y Nordés, de España en lista acotada. Fueron estas galerías invitadas y nuevas, si se quisiese considerar así por tener en el mercado del arte una presencia de apenas un lustro. Junto con ellas aparecieron las de mayor vigencia en el tiempo, como son Rolf Art de Argentina, La Cometa de Colombia y Alarcón Criado, además de Max Estrella. Estas dos últimas de España.

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La sección señalada fue en la que se contó con la mayor cantidad de espacios de exhibición, en especial por las que llegaron de Brasil, sobre un total de casi 40 de distintas partes del mundo e incluidas las que son de localía. Estas del patio propio sumaron 24 y las que representaron al vecino de habla lusa y a los restantes de diferentes países alcanzaron las 15 representaciones.  La colombiana Alonso Garcés fue la que mostró en este espacio obras del veterano y afamado constructivista Jorge Riveros. Este artista alcanza una merecida consagración, luego de una extensa vida dedicada a la creación y la docencia superior, que tuvo parte de sus raíces en la universidad alemana.  Riveros jamás renunció a la línea creativa por la que se le reconoce y que ha permanecido inalterable por más de media centuria, sin que lo hayan inmutado en su propuesta las modas y la disrupción que es propia del arte.  Los consagrados no le niegan el paso a los nuevos valores de la producción en artes visuales y en la adición mezclada de los nuevos y los emergentes aparecen nombres que ya suenan. Entre ellos, Mario Opazo, Clemencia Echeverri, Nicolás Bonilla y Javier Morales Casas, en suma parcial.

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En los números, más allá de los señalados, aparece que hubo obras de unos 300 artistas y delegaciones de 15 ciudades que llegaron a la convocatoria desde distintas partes del planeta. Quedó dicho: lo realizado en Bogotá en los 4 días de la feria del arte fue un celebración de la vida y un calculado y desentendido mutis por los riesgos que siguen acechando a la humanidad con el humo y la destrucción material tanto como humana que ahora trae la guerra. Las cifras siguen: asistieron más de 25 mil visitantes, no todos mirones, aunque para ellos el piropo debe señalar que si les interesa el arte no son simples mirones. Los invitados internacionales se contaron por cerca de 300, entre los que aportaron colecciones, instituciones vinculadas con este mundo de la estética y otros mirones con relativa experticia, tales como curadores y periodistas. Para los creadores novatos hubo esperadas recompensas, con tres premios Artecámara, como estímulo a los vacilantes primeros pasos en un ámbito que nada promete por anticipación y que en principio solo está sostenido por las ganas y por el que se paga un precio que no tiene retorno rápido y, a veces, ni eso siquiera.   

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Las noveles promesas son locales de Barranquilla, Pasto y Bucaramanga. Por su lado, los españoles de Alarcón Criado se llevaron un premio para el artista que representaron en esta experiencia colombiana. Se trata de François Bucher, quien ganó el galardón Alejandría del Arte, que le abre la puerta para presentar una obra en la edición Artbo del año próximo, si es que la amenaza nuclear no dispone de otro rumbo. Esto se hará, más allá del pesimismo razonable, en la sección Sitio, prevista para el 2023. En el mismo rubro la mención de honor fue para Andrés Ramírez Gaviria, por su trabajo que apareció bajo el título “Finley morse: messages of unfilled ambitions”, en un inglés que por un destello pareciera de colegio. La segunda mención de honor fue para Edelmira Böller, de Salón Comunal (Bogotá), por la obra “Sin Título # 227 A”. Los premiados fueron un plato fuerte en el regreso al espacio ferial de la capital colombiana luego del largo periodo de obligada abstinencia y reclusión amplia.

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Fue la edición 16 de la Feria y se ocuparon unos 13 mil metros de la superficie destinada para el encuentro grande de las artes visuales en la capital colombiana.  Fueron casi 40 galerías las que ocuparon la indicada Sección Principal, vale decir un 80 por ciento de la superficie de exhibición que no le retaceó importancia al despliegue de la oferta académica y a las exigencias de otras secciones tan tradicionales como buscadas por quienes asisten de manera constante y disciplinada a esta Feria.  Entre ellas, Artecámara, Referentes y Articularte. En la sección Foro el experto Simon Castets acudió en narrativa a la compleja trama del llamado gótico tropical y su fantasmal concepción del mundo, en relación con el espesor cultural y ancestral de la Provenza, región en la que se encuentran mezclados el origen nórdico de los mitos góticos. Una suerte de reinvención de esas narrativas con el entronque de una visión del trópico que se produce a fines del siglo anterior y toma un giro pesimista sobre el futuro medioambiental, la huella vergonzante del colonialismo y las concepciones mágicas a las que se hicieron suficientes alusiones desde la literatura (aresprensa).

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VÍNCULO : NUESTRO ARTE EN ARCO

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