ARCO MADRID, SIN REPULSA A LO PRIMIGENIO
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PATRIMONIOS CULTURALES  //  ARTES VISUALES  //  Publicado el 10 de marzo de 2025  //  21.15 horas, en Bogotá D.C.

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Dentro de la incertidumbre que vive Europa y el mundo, el paso de Arco 2025 en su edición 44 aporta algo de optimismo, en el sentido de algunas cosas que funcionan, aunque sea de manera parcial y al menos en lo simbólico y en el aura que es parte de lo implícito de lo expuesto a los ojos y la sensibilidad. En esta edición y como muestra central de esta gran feria de Madrid -cuyo paso repercute en el mundo hispanoparlante- estuvo de manera puntual dedicada a la Amazonia y los pueblos de cultura milenaria que en ella habitan. De raíz primigenia y asincrónica, si se comparase a esa evocación con los tiempos lineales de la Modernidad, pero de tallo erguido en la cultura occidental y en el cruce con esta. La pureza que se presume buscada en el origen ya dejó de existir, a partir de los inevitables encuentros con el entorno pugnaz hacia lo premoderno y primitivo. El rescate de aquello que no deja de mostrarse en tensión permanente ha sido así desde hace medio milenio largo, vale decir desde el encuentro, o del choque, o como se le quiera denominar sin asco o repulsa a ese cruce entre lo que habitaba en este continente que llamaron América y lo que llegó desde Europa. En la apuesta principal articulada con la visión de mundo originaria del Amazonas, participaron 15 galerías de Venezuela, Brasil, Argentina, Estados Unidos, Perú, Colombia y Francia.

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Hubo para Arco 2025 un flujo de visitas que, según la información ferial, se aproximó a las cien mil personas, pero no hubo números sobre los negocios anudados entre las galerías y los compradores de las diferentes piezas expuestas. Ello no obstante que, en lenguaje implícito, los directivos de la amplia muestra de la capital española proyectaron el optimismo que arrancó desde el conteo de público asistente, entre presencia general y asistentes profesionales en plan de negocios. Esto porque bien se sabe que lo creado por el artista no es solo eso sino que también es producto. Las negociaciones, sobre todo cuando se trata de piezas de gran valor, se prolongarán por fuera de lo que fue el espacio ferial, en el madrileño recinto de Ifema. Fueron 214 galerías de 36 países las que asistieron a la cita y junto con estas empresas, que hacen punta en la promoción de artistas, se pudieron apreciar lo que propusieron unos mil seiscientos creadores. Siempre sin aportar datos concretos, la vocería oficial indicó que hubo tres niveles de ánimos entre los expositores frente a los resultados: eufóricos, contentos y tranquilos.

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Entre los muy satisfechos están los que llegaron de Iberoamérica, siempre según las manifestaciones de la organización ferial. No hubiese podido ser diferente si fue esta parte del mundo, América, la que puso un ingrediente de eso que tiene como remembranza a lo que estaba antes del encuentro con Europa. Todavía hoy esto convoca atención aun cuando no pocos consideran esa afinidad emocional con parte de la denostada cultura “woke”. Pero así son las cosas, más incluso cuando lo normal en el arte es lo disruptivo, sobre todo si produce dinero, aunque parezca contradictorio, y lo sea, porque la referida cultura nombrada desde el argot sajón, rechace de dientes para afuera a la “demoníaca” mercancía. Aunque ese rechazo y antinomia a veces recubierto de hipocresía ya fue superado desde la lógica heterodoxa de Walter Benjamin. En el resumen, nada más atractivo que la presunción distante de lo primitivo amazónico, lo que está en el pulmón del planeta y que, en la actualidad, está sometido a la explotación y deforestación impiadosa, con la cínica vista gorda de los gobiernos de esa región compartida.

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La descripción anterior entronca con lo señalado por la Organización sobre la apuesta, de este año, si se quiere exótica. Por todo esto es que se ha dicho que hubo satisfacción entre los iberoamericanos que tomaron el riesgo de asistir a Arco 2025. Siempre lo han hecho pero esta vez hubo un relieve especial, y la referencia al escritor colombiano José Eustasio Rivera -autor de “La Vorágine”- torna más colorido en lo que se apostó durante esta feria española y mundial. El escritor trató en su libro emblemático el drama de la explotación cauchera sometiendo a los indígenas amazónicos, durante la primera mitad del siglo XX. Un sacrificio que, como en tiempos de la explotación de plata en el Potosí, tenía como punto final el sacrifico de esos trabajadores de oportunidad. En otras palabras, es la memoria del choque entre el interés capitalista y la salvaguarda de la presunta pureza originaria. Lo de hoy en cualquiera de sus formas, es una manera de retorno nostálgico y con sentimiento de culpa hacia el pasado, por parte de los que alguna vez fueroncivilizadores”.

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Pero todo se permite en el lenguaje propio de las artes visuales. ¿Acaso no hubo alguna vez un tal Marcel Duchamp que presentó en una exposición parisina un inodoro como objeto de arte?, o algo parecido. Cualquiera puede patear el tablero en estos espacios de la estética, sin derecho al escándalo o la culpa autoinferida. Aunque de manera curiosa y quizá en relación con lo antes expuesto, una vocera de la Feria se refirió a esta propuesta subrayada como “…arte contemporáneo con ideas complejas…”. Pero para nosotros ese tipo de materia en este espacio del planeta y también para el mensaje estético, nada de lo que hay en derredor tiene algo de complejo, ni siquiera la tragedia. En la conclusión, resulta asombroso que la misma vocería señaló que plantear lo amazónico como punto focal de lo expuesto en obra y su deriva comercial, fue una “apuesta arriesgada”. Queda flotando en el aire si esa reflexión tiene algo de negativo en parte o todo el proceso y, si en el debe y el haber simbólico, fue positiva esta exaltación del buen salvaje tironeado hacia el arte.

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La gran muestra se abrió el 5 de marzo y se cerró en la víspera. La idea sobre la creación del mundo desde la cosmogonía indígena del Alto Río Negro, se entroncó con esta convocatoria de arte contemporáneo y universal. Dicho eso desde una perspectiva en paráfrasis del pensador brasileño Renato Ortiz, fue un esfuerzo de glocalizar algo propio y remoto de la foresta tropical con el desafío estético de lo contemporáneo en arte. El curso de agua al que se hace referencia nace en la serranía colombiana y desemboca en el brasileño Amazonas, no demasiado lejos de Manaus. Apenas a 16 kilómetros de esa metrópoli del gran río y de la selva que aún lo rodea, hoy en proceso de acelerada erosión provocada. La temática en lenguaje de artes visuales acudió a la idea y leyenda de Wametisé, una cosmovisión que construyó una metáfora en rizoma que asocia a vegetales, seres humanos y la gran serpiente amazónica que está en el origen del mundo. El proyecto se realizó bajo la orientación del brasileño Denilson Baniwa y de la colombiana María Wills (aresprensa).

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VÍNCULOSDOS DÉCADAS DE ARTBO  //  FILATELIA, ARTE VISUAL          

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