ABORTA EJE SUDAMERICANO
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ACTUALIDAD  //  LA TERCERA OREJA  //  Publicado el 12 de septiembre de 2023  // 11.00 horas, en Bogotá D.C.

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Una de las ilusiones de Lula, contada a sus íntimos antes de asumir las nuevas y repetidas responsabilidades en el Planalto, se disolvió de manera rápida. Abortó nonata. Así lo refirieron a esta Agencia fuentes cercanas al líder del brasileño Partido de los Trabajadores, que ha vuelto a controlar el gobierno de Brasilia. La idea hoy en inflexión fue la de conformar un eje geopolítico entre esa capital, Buenos Aires y Bogotá, como frente que fortalecería las ambiciones geopolíticas brasileñas ante las hegemonías dominantes y que hubiese podido soportar la intención constante de proyectarse como potencia a nivel global. Algo que Lula ya había ensayado en el plano internacional durante la gestión de inicios de siglo en la que el Foro de São Paulo fue un resultado evidente, así como también la proyección del empresariado brasileño, con firmas multinacionales como Odebrecht, Camargo Correa y Petrobras. No todo fue color de rosa en aquella etapa y ahora el panorama es más difícil. La guerra en Europa, el desafío de Rusia y China, además las tensiones que generan la lucha generalizada entre equilibrio ambiental y el mantenimiento de las fuentes tradicionales de energía, dificultan los propósitos de quien administra los intereses del enorme país sudamericano. Sumado a lo anterior los precedentes de las estelas de corrupción que dejaron empresas brasileñas como Odebrecht, cuyas repercusiones siguen impactando desde el pasado reciente, ponen barreras de prevención a las intenciones de Brasilia. También lo son, reforzadas por esos antecedentes, las distancias que toman entre sí incluso gobernantes regionales de izquierda, quienes deberían suponerse ahora aliados naturales de Brasilia. Uno de ellos, Gustavo Petro, se ha encargado de diversas maneras de destacar que para nada le interesa el liderazgo del presidente Lula entre las cabezas de los “progresistas” iberoamericanos. Además, la segura derrota electoral del kirchnerismo peronista en Argentina, obligarían al Planalto a hacer cambios radicales en su estrategia de fortaleza mundial, con apoyo regional. El dinamismo brasileño al interior de los BRICS es evidencia de ello al tiempo que, en contrario, pareciera que Petro se inclinaría más por una cercanía con México y con su presidente, Andrés Manuel López Obrador.

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La inserción de la Argentina en el grupo de los desafiantes, alentada por Brasil en el reciente encuentro sudafricano de la alianza variopinta como parte del propósito señalado, quedaría frustrado ante el señalamiento de los dos candidatos potencialmente ganadores -uno de ellos, sobre todo- de las elecciones definitorias e inminentes en el Río de la Plata. Tanto Patricia Bullrich como Javier Milei han hecho público su rechazo a la integración de este país en una entente que se contrapone de manera evidente a la hegemonía occidental. Anuncio que en sentido positivo hacia los díscolos hizo el presidente saliente, Alberto Fernández. Pero la contradicción vigente no está tan fuerte en Buenos Aires como sí lo está en Bogotá. Ya son claras las diferencias trazadas por el presidente Petro con su par de Brasilia y varias de ellas quedaron en carne viva durante el último encuentro orbital de hace pocas semanas en Belém do Pará *, en el cual el colombiano hizo desaires evidentes al anfitrión y los demás invitados, en el que se discutió sobre la protección de la foresta amazónica.

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En ese ápice ya quedaron en carne viva los contrapuntos de lo que hasta el momento había sido un secreto a voces. Petro rechaza que Lula sea el abanderado de las izquierdas continentales. Ya se sabe que el chileno Boric, desdibujado, no acompañaría a un Lula más radical de lo que ya había sido en su primera y extensa gestión presidencial, menos aun podrían integrar un eje respetable las satrapías de Venezuela o Nicaragua. Bolivia no tiene peso específico en esa tensión y Brasilia tampoco está interesado en acompañantes de segundo plano, con demasiado conflicto con sus respectivas sociedades o en la lista negra, por razones valederas que exponen las hegemonías occidentales. Petro ha demostrado que tiene su propio discurso y perfil personal para aspirar a llevar la bandera del “retroprogresismo” -según la calificación elaborada por Fernando Enrique Cardoso- en sus conflictos con el salvadoreño Nayib Bukele y la actual administración de la peruana Dina Boluarte, con quienes ha chocado sin motivos explícitos aparentes, salvo el determinismo ideológico.

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Lo ha hecho para ganar figuración internacional. La espera de la definición electoral en Ecuador sería otra oportunidad para el ocupante del Palacio de Nariño en favor de su propio y aspirado liderazgo regional, malogrado por ahora por sus tropiezos en la escena fuera y dentro de su país. El último y más protuberante fue el ya señalado, acaecido en la reunión mundial de Belém do Pará, donde no solo dejó plantado a medio mundo en la foto final, sino al mismo dueño de casa. En la previa de esa reunión Petro había sido ninguneado en sus propuestas y, entre pasillos, señalado por temeridad manifiesta. El columnista Vlado **, en Bogotá, brindó entretelones de lo ocurrido con el presidente colombiano en aquella reunión global. Nada tan desmesurado como la idea de constituir una suerte de Otan amazónica -siguiendo la línea del columnista- en la que se supone estaría presente con sus tropas la nación andina. Menos si se considera que desde dos décadas atrás Brasil instaló sobre el río Amazonas desde Manaus a Tabatinga el equivalente a una división armada interfuerzas completa.

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Lo anterior, como rumbo estratégico de Brasil en lo militar, porque dos de sus vecinos amazónicos con sus líos internos y violencia amenazan la seguridad del gigante de bandera verde. Aunque Petro para justificar su delirio habría dicho en Belém que la masa biótica amazónica se defiende no solo con buenas razones sino también con la disuasión de las armas. Él, que ha maniatado a su propia fuerza pública declarándose campeón universal de la paz y romantizando a la delincuencia interna enmascarada con antifaz político o no. Pareciera ignorar el mandatario colombiano que alguna vez el Brasil se planteó como idea eventual el integrar una fuerza armada multilateral como la que ahora habría presentado Petro, pero con países de la región cuyos límites nada tengan que ver con la Amazonia y que no pertenezcan a las hegemonías mundiales. Para muestra un botón sobre lo que desde siempre piensa Brasil de su extensa selva. El tramo del gran río que comparte con Perú y Colombia, ellos en lo cotidiano de Tabatinga y en el curso inmediato del largo curso no le llaman como todo el mundo lo conoce, sino Alto Solimões

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El río Amazonas desde tal punto de vista solo lo es cuando son ellos, los brasileños, quienes lo controlan de ribera a ribera hasta la desembocadura en el Atlántico, allí, cerca de Belem do Pará. Eso es, más allá de Leticia y del control compartido tanto con peruanos como colombianos. Con esos antecedentes poca fortuna podía tener la propuesta desconectada de la realidad que planteó Bogotá con tan poca fortuna. Si descolgada aparecía la primera propuesta del “campeón de la paz”, peor fortuna corrió la idea de un tribunal para juzgar los crímenes contra la foresta amazónica, menos cuando con desparpajo Petro habría dejado constancia de que esa iniciativa habría sido del prófugo ecuatoriano Rafael Correa, quien entre otras cosas no menos graves durante su gestión en Corondelet, no se distinguió por su sensibilidad hacia el medio ambiente de su propio país. Abortado el eventual eje sudamericano queda por darle perfil al militante interés del Planalto por juntar fuerzas regionales que le ayuden en su estrategia geopolítica con proyección mundial.

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Brasil pretende desde hace mucho tiempo llegar al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas como miembro permanente. Su integración con los BRICS no solo implica un desafío a la hegemonía de occidente, sino que, también, aparece el hecho de que en ese grupo hay dos miembros del Consejo que podrían apoyar a Brasil en un futuro impreciso. Ellos son Rusia y China. Esta posición contrasta con las aspiraciones de Argentina y México, quienes también aspirarían a ser miembros de ese alto organismo mundial, pero con presencia rotativa en representación de Iberoamérica. No parece posible tampoco que el Planalto esté dispuesto a compartir ese privilegio que aún se intuye distante pero posible en el largo plazo. Brasil en tanto se empodera con aliados de la región o no, tal como lo dice su dinámica presencia en la instancia “brics”, de interés más político y geopolítico que comercial y al que acaban de sumarse Irán y Arabia Saudita. Eso, aunque el riesgo de Brasil al integrarse en estas alianzas es de gran espesor, también puede implicar mella para sus intereses estratégicos. Entre tales naciones desafiantes están algunas que occidente considera “eje del mal” y eso no ayuda a Lula en su estrategia (aresprensa).

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* Se trata de la llamada “Cumbre Amazónica” que concluyó el 8 de agosto de 2023.

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** LÉASE: VLADO. Petro vs. Lula. EL TIEMPO. Bogotá (agosto 23, 2023)

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VÍNCULO : COLOMBIA ENREDADA POR AGUAS TERRITORIALES

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